Lloramos por ti, Venezuela

Ni en sus más hórridas pesadillas el noble pueblo venezolano habría soñado que algún día su destino era caer en manos de una satrapía, como la que hoy lo gobierna, y menos que las abundantes riquezas con que la madre naturaleza lo premió, fueran expoliadas y escamoteadas hasta el punto de sumirlo en la más angustiante escasez y pobreza.

Lejos quedaron los días cuando, con proverbial generosidad, dabas cobijo, Venezuela, en tu seno democrático a aquellos perseguidos por las crueles dictaduras que asolaban a sus pueblos en nuestro continente. Nada exigiste a cambio, sólo el respeto y cariño a tus próceres que concibieron nuestra libertad.

Lejana quedó la memoria de los grandes hombres que hicieron tu historia literaria, como: Andrés Bello, Rómulo Gallegos, Arturo Uslar Pietri, Teresa de La Parra, Miguel Otero Silva, Rufino Blanco Fombona, Antonia Palacios, Aquiles Nazoa, por citar unos pocos, cuyo recuerdo quedó relegado al más cruel olvido a partir de ese tsunami populista que arrasó tus costas en el inicio del siglo.

Con esa furia propia de los orcos salvajes, una piara de resentidos sociales y fundamentalistas, dilapidando tus valiosos recursos, establecieron un régimen de odio y reconcomio que emponzoñó a casi todos los países del continente, y agavillándose con sus secuaces, se dieron a la tarea de asesinar a tus jóvenes, por su artero afán de perpetuarse en el poder y olvidando las sabias y premonitorias sentencias de tu hijo más ilustre, el Libertador Simón Bolívar, al señalar: “Como amo la libertad, tengo sentimientos nobles y liberales; y si suelo ser severo, es solamente con aquellos que pretenden destruirnos”.

Providencialmente, no pasan de tres las naciones que aún no lograron librarse de esta calamidad. La comunidad internacional ha tomado debida cuenta de su letal amenaza y varias formas de restablecimiento a la normalidad van en camino. Como siempre, la última en sanarse será la nación donde principió la pandemia y varios los años que se requiera para su total restablecimiento, empero, como el ave Fénix y patria de libertadores, sabrá renacer de sus cenizas y volverá a brillar en el mundo con su poder libertario y la semilla que han dejado sus hijos vilmente asesinados, pues “todos los pueblos del mundo que han lidiado por la libertad han exterminado al fin a sus tiranos”.

Volviendo a parafrasear al más ilustre venezolano y Libertador nuestro: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”. Pues: “Más cuesta mantener el equilibrio de la libertad que soportar el peso de la tiranía”. Empero: “Maldito sea el soldado que vuelva sus armas contra su pueblo”.

Como un digno homenaje a esa maravillosa nación que siempre nos consideró su “hija predilecta”, quienes la amamos y nos solidarizamos con su tragedia, sólo podemos expresar: lloramos por ti, Venezuela.