El presidente venezolano Nicolás Maduro ha llegado a los peores extremos de saña contra el pueblo venezolano; día a día se producen marchas, protestas y desacuerdos contra él y su régimen tiránico y cada día es causa de más muertos, heridos y presos por el ejército que sigue a ciegas las disposiciones insanas del tirano.
Naciones Unidas y otros organismos internacionales, conjuntamente todos los países del mundo -el mundo que no está con tiranías de ninguna clase y rechaza a los regímenes despóticos- condenan con acritud los extremos vividos por un pueblo que siempre fue amante de la libertad, la democracia y la justicia. Es un pueblo que inclusive en regímenes de facto, ha tenido conciencia de sus derechos y ha defendido su libertad contra todo extremo, pero que, esta vez, no puede enfrentarlo con la energía y decisión debidas porque tiene en su contra a las fuerzas armadas venezolanas que respaldan, por intereses creados, al tirano.
¿Qué podría pesar en la conciencia del sátrapa que no vacila en producir más muertos en su país? ¿Cuándo habrá posibilidad de que recobre un poco de conciencia para liberar a Venezuela de los extremos que vive? ¿Qué organización cívica o religiosa podría conseguir que las fuerzas armadas cambien actitudes de cobardía para enfrentarse a un pueblo desarmado y dispuesto a conseguir que sean respetados los derechos humanos y para que retornen las libertades, la democracia y la justicia?
El mundo libre y democrático, el no sujeto a intereses creados, el que tiene noción correcta de los derechos humanos no está de acuerdo con los apoyos que recibe el régimen totalitario; al contrario, lo condena en toda forma y, a la vez, condena a quienes apoyan lo que está fuera de toda justicia y moral. Los pueblos a los que pertenecen los “apoyos” recibidos por Maduro no están de acuerdo con los que dicen representarlos para apoyar una causa que está condenada al fracaso y que, más temprano que tarde, periclitará porque la verdad, la justicia y el amor se tienen que imponer a lo que ya ha cobrado más de 120 vidas, muchísimos heridos y centenares de presos acusados de “complotar” contra el régimen de oprobio que se jacta, en su obnubilación, de respetar Constitución y leyes.
Nadie en el mundo democrático propugna que las fuerzas armadas venezolanas provoquen cuartelazos o golpes contra el régimen de Maduro; pero ese mundo pide que haya conciencia y sentido de deber y moral en los militares para no irrogar tanto daño a su país, para no causar más muertos y heridos y para no vulnerar más la Constitución y las leyes. Ese mundo pide que las fuerzas armadas no actúen conforme al dictado de las armas y la fuerza sino que haya conciencia de país y sirvan para reflexionar al tirano y lo prevengan de que no lo respaldarán habiendo los caminos constitucionales para que él, Maduro, renuncie al poder que tan dictatorialmente ejerce en perjuicio de todo su país.
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