Daniel Herrera
Lo que viene sucediendo en Venezuela, país hermano al que estamos unidos por el Libertador Simón Bolívar, debe llamar nuestra atención, debido a que en las últimas y reiteradas manifestaciones libertarias, se ha visto atrocidades de lesa humanidad -como lo aseverara el secretario de la OEA, Luis Almagro-, llevadas a cabo por la tiranía socialista de Nicolás Maduro y el denominado comandante del terror, Diosdado Cabello, con tal de seguir permaneciendo en el poder por mucho tiempo más.
Hieren, en lo más profundo de la humanidad, aquellos salvajes asesinatos en contra de la población que ya no soporta aguantar injusticias y hambre, sobre todo de aquellos jóvenes que buscan mejores días, para subsistir en un modelo que ya no les conviene vivir.
Gobiernos como el nuestro, que se despiertan a las cinco de la mañana, pero no precisamente para ver las buenas expectativas que puede ofrecer la economía mundial o para analizar alguna situación que nos permita mejorar la productividad o definitivamente para cambiar por una mejor educación boliviana, caminan hacia el desolladero. Es que de nada vale si se levantan antes del amanecer, si es para entramar mil formas para quedarse por mucho tiempo en el poder. Son gobiernos, como el nuestro, que memorizan guiones establecidos para mantener las agendas políticas de control, para hoy y mañana; por si acaso resuenen algunas manifestaciones de voces de libertad democrática.
Es impensable que alguien con equilibrio mental continúe apoyando esa barbarie en Venezuela, que aseguramos pronto acabará, al igual que todas las tiranías registradas en la historia, para felicidad de muchos y de mí también.
Derroteros nuevos se viene avistando, como aquel que ocurrió en Argentina, donde convinieron democráticamente en cambiar un modelo nefasto, el de la corrupción, la impunidad y el control político. Están otros países, como Perú, que prefieren la economía de mercado y la competitividad, o Paraguay que busca permanentemente progresar.
Ya se sabe, a estas alturas del tiempo, que los llamados líderes progresistas se llenaron los bolsillos para satisfacer sus apetitos personales, con discursos populistas que engañaron los principios socialistas de igualdad y confraternidad.
Vemos hoy lo que será para la historia la caída de un régimen, el venezolano, para demostrar que no es bueno bailar con un solo ton y son, sino que necesitamos ver al mundo de múltiples formas, como nos pueda permitir el conocimiento humano, con iniciativas propias para un desarrollo verdadero de nuestros países. La libertad amanecerá de todas maneras en Venezuela, pero qué mejor que sea con estrellas de esperanza, para realmente vivir en libertad.
El autor es conductor de
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