Desde las últimas elecciones generales, las dos plazas más importantes de votantes, La Paz y El Alto, las perdió el oficialismo, que tomó ese hecho como derrota política, porque ese electorado no apoyó al MAS, por lo que debía sentir los rigores de la represalia. Estas ciudades opositoras sintieron los efectos de su victoria, porque el oficialismo aplicó la política del centralismo económico, que significó disminución de las partidas presupuestarias en alcaldías y gobernación.
Así las autoridades de La Paz y El Alto iniciaron su trabajo atenidos solamente al presupuesto de gobernación y alcaldías, significando un castigo político, que puso en duda la consecución de grandes proyectos para el departamento. Es censurable esta posición revanchista que no permite impulsar proyectos muy importantes para la región.
En El Alto sucede lo mismo, porque hay resistencia para apoyar proyectos de importancia. Con criterio político, se comienza a hacer maniobras para tratar de recuperar lo perdido electoralmente.
En ese escenario aparecen dos Fejuves o federaciones de juntas vecinales, para dividir a la paceñidad, aunque las reacciones no se dejaron esperar. Este mismo fenómeno político se observa en la ciudad de El Alto, lo que significa que ha comenzado un trabajo político para recuperar posiciones, tratando de dividir a los habitantes de estas dos urbes paceñas.
La ciudad de La Paz con gestión municipal considerada de oposición por el gobierno, continuamente es objeto de embates políticos, tratando de soportar las autoridades municipales campañas de desprestigio. El municipio de La Paz es el más grande y poderoso de Bolivia y su respuesta es permanente a los habitantes de la ciudad, lo que significa obras nuevas en diferentes barrios y la legítima Federación de Juntas vecinales trabaja arduamente por la ciudad, atendiendo las necesidades de los distritos municipales. El municipio paceño trabaja sin descanso, de ahí que sus obras y proyectos realizados han transfigurado la ciudad, habiendo ganado con justicia el título de Ciudad Maravilla a nivel mundial. Es que impresiona a propios y extraños la belleza de la ciudad, custodiada por el imponente nevado Illimani, que precisa la construcción de un mirador para turistas.
La Gobernación atraviesa peores condiciones que el municipio, porque se restringe su presupuesto al extremo, ya que solo alcanza para pagar a sus empleados y queda poco para obras que tanto necesita La Paz. Proyectos importantes como la nueva carretera a Cochabamba por Río Abajo y el Puente sobre el Estrecho de Tiquina son postergados constantemente, por egoísmo político. Lástima que la asamblea departamental esté dirigida por la mayoría oficialista, que solo piensa en comunidades de su preferencia, sin importarle el desarrollo del departamento de La Paz.
Las instituciones cívicas paceñas tienen que estar permanentemente vigilantes para que se construya obras y se dé curso a proyectos de desarrollo. Por ello mismo, la paceñidad censura la aparición de otra Federación de Juntas Vecinales apócrifa y política, que trata de destruir la unidad de los paceños. El paceñismo debe estar unido para lograr progreso para la región. Las maniobras para tratar de dividirnos no conseguirán su objetivo, porque estamos con la bandera de la unión y la fuerza.
El autor es Profesor Emérito y ex-autoridad de la UMSA.
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