“Revolución” en el deporte

El deportismo en general aún espera que surja una verdadera “revolución” en este ámbito, a fin de superar el virtual aletargamiento en el que pareciera encontrarse. Una acepción, de las varias que tiene el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, sobre la palabra revolución, la define como un “cambio rápido y profundo en cualquier cosa”. Mucha gente ligada a las actividades musculares al respecto opina que en estas últimas épocas no se vivió ninguna otra “revolución” deportiva fuera de lo que realmente aconteció con la realización de los VIII Juegos Deportivos Bolivarianos, en La Paz, Bolivia (15 al 29 de octubre de 1977), tras los cuales en el año 1978 se cumplieron los Primeros Juegos Deportivos Cruz del Sur en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz.

Hasta hoy, el deportismo en general considera que fue esa la primera “revolución” deportiva gracias al impuesto a la cerveza que determinó el gobierno de entonces, recursos con los que se logró construir una envidiable moderna infraestructura por demás apta para la envergadura de esas citas regionales. El Decreto Supremo No. 11.129, que fue promulgado el 19 de octubre de 1973 por el Gral. Hugo Banzer, en partes sobresalientes dice: “…habiendo contraído el gobierno el compromiso de realizar los VIII Juegos Deportivos Bolivarianos... y en consecuencia es necesario financiar recursos para tal evento… En Consejo de Ministros decreta… la venta o salida de cerveza de fábrica, está gravada con un impuesto único… son sujetos pasivos de este impuesto los fabricantes de cerveza establecidos en todo el país… la base imponible de este impuesto es el precio de venta en fábrica de la cerveza… el 43% será destinado para la financiación de las obligaciones emergentes de los VIII Juegos…”.

Se construyó con esos dineros el Gimnasio de Villa Victoria, el primero en ser entregado en marzo de 1976; posteriormente el denominado Estadio Olímpico de La Paz; el Velódromo de Ciclismo; la Pileta Olímpica; el Gimnasio del Colegio Militar; el Polígono de Tiro; la Pista Atlética y Picadero Ecuestre en el Colegio Militar, además de otras obras de las que se beneficiaron entidades privadas como: Club Hípico Los Sargentos, Club de Caza y Pesca, e Instituto Americano. Se dotó de novísimos equipos y materiales deportivos a todas las federaciones nacionales, así como la provisión de entrenadores extranjeros, cuya permanencia fue por dos y hasta tres años en Bolivia para cada disciplina, además de los viajes de delegaciones bolivianas al exterior para tomar parte en una serie de torneos de sus respectivas disciplinas, tales como panamericanos y otros.

Según la “Memoria” de dichos juegos, el Comité Organizador invirtió exactamente la suma de 20.334.962,35 de pesos bolivianos en la compra de equipos modernos de Europa, Japón, y Estados Unidos. Se puede decir mucho más, pero el espacio es reducido, y sin embargo se hace necesario felicitar a todos los que fueron impulsores, organizadores y tomaron parte en esos juegos realizados hace casi 40 años, entre ellos José Gamarra Zorrilla, del Comité Olímpico Boliviano. Tales eventos condujeron hacia lo que todavía se considera en Bolivia como revolución deportiva. En otra nota podremos referirnos a los Primeros Juegos Cruz del Sur. Demás está señalar que los resultados logrados por nuestros deportistas en esas competiciones fueron de un saldo colectivo favorable para el país, algo que ya no se viene repitiendo en los últimos tiempos, según comentan. Y aunque se avanzó bastante en estos años, en aspectos que tienen que ver con la dotación de canchas con césped sintético, construcción de coliseos, y otros, es menester, si se quiere, hacer una “reingeniería” en el deporte nacional, en todos sus niveles, a fin de que Bolivia y los bolivianos podamos volver a alborozarnos, en grande, con los triunfos y glorias de nuestros deportistas.