De la mano de Isco, elegido el mejor jugador de la final de la Supercopa de Europa, el equipo español conquistó un nuevo título al imponerse al Manchester United, en Macedonia.
EEl Real Madrid extendió su fiabilidad en finales europeas, guiado por una exhibición futbolística de Isco para tumbar a un luchador Manchester United en la final de la Supercopa de Europa (2-1), en la conquista del primer título en el inicio de un duro camino al soñado sextete.
La transformación del Real Madrid, el mayor devorador de títulos del mundo, en cuanto se le presentó el primero de los seis que tiene a tiro esta temporada, dejó en el olvido las malas sensaciones de pretemporada. Su carácter ganador reapareció en Skopje para someter al Manchester United a un fútbol del que se proclama abanderado Isco Alarcón. Sin Cristiano Ronaldo de inicio hubo un nuevo líder.
Nunca el portugués ganó en su carrera al Real Madrid y su mala racha se extendió. Buscó condicionar el partido con una lucha en el centro del campo de donde supieron huir los jugadores de Zidane. Isco destrozaba las líneas rivales y solo faltaba la aparición de Modric para que el rival quedase encerrado. La presión alta provocó las imprecisiones. Casemiro estaba destinado a marcar. Se topó con el travesaño en su primer intento, en córner rematado con la testa a los 16 minutos, buscó la escuadra desde una esquina del área en el segundo y al tercero no perdonó.
No falló Casemiro, con el olfato del goleador para saber dónde lanzar su movimiento, y encontrar el pase perfecto de Carvajal para castigar a un Manchester que se quedaba sin soluciones. De zurdazo cruzado superaba a De Gea y rompía la final.
La gloria estaba reservada para Isco. La merecía. En un palmo encaró rivales, inventó una pared con Bale y definió bien ante De Gea, esperando el tiempo justo para ver por donde se decantaba en su salida su compañero de selección. Era el segundo tanto y la final, pensaban algunos, quedaría sentenciada.
La oportunidad de poner el broche la desaprovechó Bale, faltó de confianza con tiempo para pensar el mano a mano ante De Gea, y acabar chutando al larguero a la hora de partido. El que perdona lo paga y tardó dos minutos en llegar el tanto que daría emoción al resto de encuentro. Keylor no supo atajar un disparo seco lejano de Matic. Dejó el balón muerto donde un portero nunca debe dejarlo y Lukako fusiló a placer.
EFE
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