El mal estado de las vías urbanas está en aumento, debido a la falta de su buen mantenimiento. El origen del problema puede ser la falta de atención municipal, pero también seguramente influyen mucho los camiones súper cargados que operan, a toda hora.
A este respecto, habrá que recordar que en un gobierno municipal anterior se dispuso que esos camiones sobrecargados circulen solamente de noche, en ningún caso hacerlo de día. En buena medida, tal disposición rige en todas las ciudades capitales de Sudamérica, para no ir más allá.
Pero este no es el único problema con esos vehículos, sino el hecho de que al estar sobrecargados dañan las vías urbanas, al dejar huellas o por lo menos huecos en los lugares que están propensos a tener este desenlace.
En la actualidad, el Servicio Nacional de Tránsito luce como inexistente, no se lo ve tan activo como antes, tanto para el ordenamiento de la circulación vehicular, como también para impedir que camiones sobrecargados circulen sin control alguno.
Los propietarios de esas cargas o de los camiones demuestran con ello que no tienen en mente el daño que perpetran en las vías urbanas, pareciera que no les importa conservar su buen estado, lo que implica una grave irresponsabilidad pública.
En estas líneas no se pretende impedir el transporte de carga, sino de darle un horario y esencialmente que se tenga alguna estimación por la ciudad de La Paz, evitando dañar sus vías urbanas, con los excesos en que incurren en este orden.
Se dirá que todo es responsabilidad de la Municipalidad, porque no realiza un buen mantenimiento de las vías urbanas. Sin embargo se olvida que dicha entidad tiene muchas otras tareas que cumplir y que, por tanto, no dispone de los recursos suficientes para aumentar su capacidad de trabajo, tampoco para tener mayor cantidad de personal, pero fundamentalmente necesita contar con un presupuesto que no la limite para efectuar los múltiples trabajos y gastos que debe realizar diariamente.
En realidad, es fácil atribuir culpas, pero se olvida que en asuntos públicos a todos nos atañe algo de responsabilidad o, por lo menos, de aporte voluntario, sin que alguien nos imponga una obligación. Es como en la casa propia, donde hacemos todo lo posible para conservarla y, si se puede, lucirla más atractiva y mejor bella.
Entonces, como la ciudad es la casa común, corresponde que todos aportemos para que tenga buenas vías urbanas, que los frontis de sus inmuebles y edificios se destaquen por la limpieza y buen tratamiento de los propietarios y de los vecinos en general. Y que, en general, sea lo más atractiva posible, tanto para ser disfrutada por sus habitantes y mejor todavía por sus visitantes, sean del resto del país como del exterior.
Por todo lo expuesto, a cada quien le corresponde aportar lo más que pueda para el lucimiento de la ciudad y, en especial, para el buen estado de sus vías públicas.
Así como este tipo de asuntos atañe a las autoridades de un medio de trabajo, a nadie se le puede exculpar de su desentendimiento. La responsabilidad nace de la educación que se recibe en la escuela y en el hogar, la cual se la tiene que exponer en toda instancia de la vida. Esto indica la educación y la cultura con la que se enriquece cada persona, aunque a veces sea muy limitada, pero ahí tenemos también en juego la conciencia individual y social.
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