De la Odisea de Homero (800 a. C.)
Cuenta la mitología griega que las sirenas, ninfas célebres por la dulzura de su canto, mitad mujer y mitad pez, eran hijas de Calíope y del río Aqueloo, y habitaban en Sicilia, en aguas de una isla vecina del cabo Pelore, no se sabe cabalmente su número: unos las reducen a tres, otros a cinco e incluso a ocho.
Su presencia era anunciada por un murmullo armonioso y encantador. Su canto era mágico. Sus voces suaves llegaban al corazón y a la mente de los marineros que, atraídos por el canto, adelantaban el cuerpo acercándose sin darse cuenta a la superficie de las aguas marinas en las que eran atrapados y sumergidos a las profundidades del mar para no retornar jamás.
Estaba decretado que, cuando un hombre pudiese pasar junto a las sirenas sin verse obligado a precipitarse sobre ellas, estas hijas del agua perecerían irremediablemente.
El gran héroe Ulises, regresando de Troya, se topó con ellas. Pero, para superar su letal seducción ideó una estratagema: todos los hombres que formaban la tripulación de su barco se taparon las orejas con cera; él, aunque conservaba los oídos libres, se hizo atar al palo mayor de su barco. De esta manera logró atravesar el navío el misterioso paraje sin que le sobreviniese incidente alguno.
Privados como estaban los ma-rineros de oír el canto de las sirenas, no sintieron ansia alguna de lanzarse en brazos de las encantadoras ninfas. Y aunque Ulises su-plicaba y gritaba desesperado que lo desataran, el barco pasó raudamente el lugar al impulso de los remos.
Ulises había logrado una vez más superar otro desafío y el decreto debía cumplirse, las sirenas murieron en las profundidades del mar, en medio de terrible lamentos y maldiciones.
PRIAMO.- Rey de Troya, hijo de Laomedonte. Indignado con la conducta de su padre, que engañó a Heracles, Príamo tomó partido por el héroe. Arrasada Troya por Heracles, Príamo la levantó nuevamente y su reinado fue muy floreciente. Ya en su vejez ocurrió la guerra de Troya. Fue muerto en su palacio por Neoptolemo, hijo de Aquiles. Hécuba, su esposa, le hizo padre de diez hijos: Héctor, Paris, Deifodo, Heleno, Polites, Antifo, Hiponoo, Polidoro, Troilo y Pamon, y cuatro hijas: Creusa, Laodicea, Polixena y Casandra.
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