Homenaje a los perros

Es frase atribuida a una mujer, quien habría dicho: “mientras más conozco a los hombres, más quiero a los perros”, lo que vendría a significar que éstos son más nobles que los primeros, o que los hombres somos los amigos más fieles que tienen las mujeres, lo cual decidiremos en otra oportunidad.

Al llegar anualmente a esta fecha no puedo evitar referirme a mi perro llamado Tolomeo, bautizado con el nombre de un matemático greco-egipcio (Ptolomeo) de la antigüedad, no porque el pequeño can que lleva a mi casa en el bolsillo tuviera que ver con ninguna ciencia, sino porque se hacía pis en todo sitio, correspondiéndole en justicia el llamarse Tolomeo.

Como todos sabemos, los bolivianos somos grandes amigos de perros, y estoy seguro de que muchas veces habrá usted, querido lector, escuchado decir a su esposa: “No me pidan dinero para sus gastos y háganlo más bien dirigiéndose al perro de su padre”, pasándonos de esa manera a la categoría de los canes.

Esta atrevida comparación no es tan infamante como parece, pues nunca podremos desconocer que la lealtad es una de las mejores cualidades perrunas y que a veces nos adornan las sienes a los hombres, sobre todo si éstos siguen los tortuosos caminos de los políticos, donde es muy escasa la lealtad y la nobleza, constituyendo una aberración decirle a alguno de ellos… que es fiel como un perro.

Este dialogo lo sostuve con mi corresponsal ante el Palacio Real de la plaza Murillo, a quien tuve que preguntar si en esa casona permitían el ingreso de perros, respondiéndome ella muy prestamente que no. Basta con el parangón que podría sucederse con muchos ministros, viceministros y otros colaboradores, quienes podrían pelearse en plena sesión de gabinete, tratando de demostrar cuál de ellos es más leal al amo que les da de comer, luego de haberlos bautizado con nombres rimbombantes como Tolomeo.

Aprovechando la fiesta popular, mi comadre cochabambina, que se encontraba bailando en Urkupiña, se dio tiempo para mandarme un mensaje en el día de San Roque, que dice: “envío afectuoso saludo al columnista que es mi maestro y una movida de cola que en el idioma de los canes significa alegría y cariño”.

Al pasar por la plaza Murillo me di cuenta de que no ingresaban perros a la zona, atribuyendo el hecho a que los ministros encargados del orden público habían dispuesto que todos los canes del lugar fueran trasladados a la región del Tipnis, lugar donde podrían vivir en armonía con la naturaleza…. por un tiempo, ya que dentro de poco esta región ya no sería paradisiaca, sino llena de perros vigilantes… de la producción de la droga maldita.