Dictadura y dictablanda

En la antigua Roma republicana o del Consulado, en situaciones de convulsión interna, guerra u otra situación en la que estaba afectada la paz (paz romana), la Asamblea o Comitia designaba a una o más personas para que se hiciesen cargo del poder político con plenos poderes por un tiempo determinado. En ese periodo cesaba la autoridad de los magistrados, con excepción de la de los tribunos, pasado el periodo de su mando, dejaban ese cargo que era considerado una dignidad; en general eran designados dictadores, personalidades como Cincinato, César, Sila, etc.

En la actualidad la dictadura es considerada una forma de gobierno despótica, pues el dictador se pone por encima de las leyes y él se atribuye la fuente de las leyes, dejando de lado la voluntad de los ciudadanos.

La dictadura es sinónimo de despotismo, es decir del ejercicio del poder en forma absoluta y sin el control de las leyes, desapareciendo la institucionalidad que norma el ejercicio del poder político; se conculca los derechos ciudadanos, los derechos humanos y la persecución, represión y el asesinato son las armas que utiliza el déspota, que con el argumento de los intereses del pueblo, lo que hace es someterlo a su voluntad e intereses de un reducido grupo que acompaña al dictador.

El sabio griego Aristóteles, siguiendo a su maestro Platón, dividió las formas de gobierno (él lo denominó de Estado), en formas normales y degeneradas, entre éstas últimas estaba la tiranía, que era la degeneración de la monarquía, esta fue la forma de gobierno que duró muchos siglos y era el poder de una sola persona, cuyo mandato venía de Dios, le heredaba su hijo primogénito y no rendía cuentas en vida, sino a Dios después de muerto.

Frente a la monarquía se instauró la democracia basada en la consulta al pueblo que asumió la soberanía que antes estuvo en manos del monarca soberano; el pueblo elige a quién y cómo quiere ser gobernado, pero además el gobernante y gobernados deben estar sometidos a la ley, es decir el estado de derecho. Este sistema de gobierno se instauró con la Revolución Francesa de 1789.

La democracia como sistema de gobierno tiene también como sus características: la división de los poderes u órganos del Estado, de tal manera que siguiendo a Montesquieu, entre los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial, debe haber separación e independencia, de tal suerte de evitar que una sola persona concentre en sus manos los tres órganos y se constituya en dictador. Entre los órganos del Estado debe haber, sin embargo, relación y coordinación, pero de ninguna manera deben perder su independencia.

La otra forma de dictadura es la denominada “dictablanda” o “democradura”, es decir una dictadura solapada, disfrazada de democracia, en la que se permite ciertos derechos y libertades, aunque restringidos; generalmente el poder del dictablando se originó en las urnas, es decir en la voluntad del pueblo, más tarde éste asume todos los poderes que los controla a discreción, se pone por encima de la Constitución y de las leyes y se hace lo que él decide. Además como objetivo de poder, se establece el poder mismo y para ello se atropella las disposiciones sobre la alternabilidad en el ejercicio del mando; el fraude electoral se convierte en el mecanismo del prorroguismo y la persecución política a través de la justicia sometida, el medio de acallar las voces contrarias.

Si bien la dictadura y la dictablanda o democradura son dictadura, entre ellas aparece una diferencia “cuantitativa”, es decir que en la primera la dictadura es absoluta (como en la actualidad sucede en Venezuela), en cambio en la segunda si bien el estado de derecho es débil, existe un resquicio de libertades, aunque ésta puede convertirse en dictadura plena, pues el capricho del autócrata es la fuente del poder y el poder mismo, como sucede en algunos países que siguen el lineamiento del “chavismo” o socialismo del Siglo XXI.

La Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que proclama la vida de los individuos en un régimen de libertades y derechos; la Carta Democrática Interamericana y otras disposiciones legales de carácter internacional, preservan los derechos y libertades de los individuos e incluso se ha creado mecanismos de censura y coacción para defender el estado de derecho e incluso se ha creado el Tribunal Penal Internacional, para juzgar los actos del poder de los gobernantes que afecten los derechos humanos, políticos y ciudadanos.

El autor es abogado y politólogo.