Economía informal y carencia de empleo


 

El grave problema de que la economía informal haya crecido grandemente en los últimos años, determina que el empleo derive hacia ella, porque quienes no poseen un trabajo fijo, bien remunerado y garantizado en su continuidad, no tienen otra salida que reunir pocos ahorros y contraer préstamos con miras a engrosar las filas de quienes hacen contrabando, una actividad penada por ley, contraria a principios morales y, en gran medida, atentatoria contra el mismo pueblo que consume lo ilegal.

El gobierno, en conjunción con el empresariado privado - agrupado en pequeñas, medianas o grandes empresas- debió haber adoptado en más de diez años de vigencia en el poder, medidas tendentes a crear fuentes industriales para forjar riqueza y generar empleo. La carencia de puestos de trabajo en el país se puede decir que ha sido siempre crónica debido a la pobreza, subdesarrollo y dependencia, es decir que no es un fenómeno nuevo; al contrario, conforme se cerraban las posibilidades para crear empresas, más lacerante se hizo la carencia de trabajo.

En esferas gubernamentales se dice periódicamente que “el capital privado cuenta con el apoyo y las garantías precisas para agrandar los límites económicos del país”; innegablemente, existen las declaraciones, pero la práctica casi siempre ha mostrado que no existen las condiciones necesarias para que el capital privado ingrese plenamente en la conformación de empresas o compañías que inviertan dinero, tecnología y capital humano con miras a crear riqueza. Hay serios temores en toda actividad privada por las medidas que muchas veces adopta el régimen y que se traducen en políticas salariales que no condicen con la realidad nacional, surgen amenazas sobre estatizaciones, nacionalizaciones y otras medidas que impliquen el cierre de las empresas o, finalmente, que pasen a dominio de sindicatos alegando cualquier razón.

El gobierno, si quisiera realmente y así se propone, puede alcanzar situaciones en que convenga con el capital privado en la creación de empresas, en invertir y crear riqueza y generar empleo; pero sus políticas nada serias ni confiables no permiten dar pasos seguros, o si se los da es con el riesgo de que esas inversiones sufran detrimentos graves, sea por conflictos sociales, incrementos salariales, creación de bonos extraordinarios -caso del doble aguinaldo- y otros que no garantizan en absoluto un trabajo eficiente, eficaz, competitivo y responsable; en otras palabras, los temores frenan cualquier intención o deseo de trabajar.

Mientras el contrabando no tenga frenos y que sean drásticos, tanto los de salida por nuestras fronteras como de mercaderías, automotores, etc. que ingresan y compiten con las actividades legales, será imposible que el empleo no sea consecuencia forzosa de esa actividad ilícita y es el gobierno el único que podría poner freno a una situación que adultera totalmente la economía del país y, sobre todo, impide la creación de riqueza y trabajo.

El gobierno, hasta por dignidad nacional, debería combatir al contrabando porque no hacerlo es fomentar la corrupción y el desempleo. Además, debe promover inversiones sin demagogia y con garantías totales.

 
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