Ciudad asediada por múltiples protestas

Bajo un clima de conflicto multisectorial, la sede de Gobierno vivió ayer una tensa jornada. Al bloqueo de calles, que por cuarta semana consecutiva sostienen los gremiales, se suman los pobladores de Achacachi, que amenazan con radicalizar sus acciones de presión; entretanto, pobladores de Río Abajo bloquean la vía que les une con Mallasa y el resto de la ciudad.

Por su parte, la Federación de No Videntes también protesta en las calles y anuncia una masiva huelga de hambre, mientras que el enfrentamiento de dos bloques de trabajadores fabriles fueron dispersados con gases lacrimógenos, en inmediaciones de la plaza San Francisco.

Durante la conflictiva jornada de la víspera, trabajadores mineros de Colquiri se apostaron en puertas de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), demandaron sus derechos salariales. A pesar de la tensión político social, estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), liderados por la FUL, anunciaron protestas callejeras en demanda del pasaje universitario, en el servicio del bus municipal PumaKatari.

CALLES BLOQUEADAS

En el caso de los gremiales, por cuarta semana consecutiva, La Paz soporta el bloqueo de calles y avenidas del sector de mayor actividad comercial en la ciudad, como son la avenida Buenos Aires, calles Tumusla, Illampu, Manco Kapac, plaza Eguino, mientras que las principales arterias de la ciudad y adyacentes al Palacio Consistorial fueron bloqueadas, exigiendo los gremiales dejar sin efecto la Ley Municipal 442/2016 de ordenamiento urbano.

Por su parte, los choferes y pobladores de Río Abajo marcharon también por la zona Sur de la ciudad, ocasionando un severo congestionamiento vehicular, además de causar daños a la propiedad pública y apedreando a los buses Pumakatari, en cuyo interior algunos de sus pasajeros resultaron heridos.

Los pobladores de Río Abajo advierten, asimismo, con desabastecer los mercados paceños con los productos agrícolas de aquella región, situada al sur de la ciudad.

Una vez más, el caos se apoderó de la ciudad perjudicando a conductores del transporte público, particular y a los peatones, quienes a diario deben soportar el congestionamiento vehicular, excesos en el uso de las bocinas y los pasajeros con el retraso en sus horarios de ingreso a sus oficinas.

Bajo este panorama, la población paceña reiteró sus indignación por las incalculables pérdidas económicas y sociales que provocan los bloqueos, marchas y protestas sociales.