En distintos momentos se ha manifestado que la Educación Vial es un apéndice de la educación cívica, y posiblemente tengan razón. Lo cierto es que, en general, los problemas de la circulación de vehículos y peatones se dan, no solo por aspectos estructurales, sino también por la necesidad de compartir un espacio, por lo tanto, nuestros derechos a ocupar y usar ese espacio están condicionados por los derechos que tienen los demás para utilizar el mismo espacio. Las normas de circulación establecidas en el Código Nacional de Tránsito y su Reglamento (elevado al rango de Ley en el año 2008) no son más que los acuerdos que hemos adoptado para que el uso de las vías públicas se desarrolle sin conflictos. Cuando alguien infringe las normas de tránsito se produce una especie de pugna entre los derechos de unos y otros. Este escenario que parece sencillo es en realidad muy complejo y requiere la intervención de la educación vial, haciendo énfasis en los valores ético-morales.
Es necesario realizar acciones para que los ciudadanos sientan la necesidad de cumplir las normas de tránsito, ese es el paso definitivo para la modificación de la conducta de las personas y posiblemente el logro de un cambio, de una conducta de riesgo a una conducta de prevención.
Para mejorar la seguridad en las vías, no solo es necesario estar convencido de que existe la necesidad de cumplir con las normas de tránsito, sino que tenemos que adoptar valores y principios que superen las múltiples y cambiantes situaciones del tráfico caótico de la ciudad de La Paz, para las cuales, en muchas ocasiones, no hay normas ni señales que las regulen. Me refiero a valores como: tolerancia, respeto a los demás, responsabilidad, comprensión, prudencia, solidaridad, etc. o a la aplicación de principios fundamentales que son recomendados a nivel internacional por la Escuela de Educación Vial de Madrid, España, los cuales paso a describirlos:
1. PRINCIPIO DE LA RESPONSABILIDAD
Todos los usuarios de la vía pública deben asumir la responsabilidad de cumplir la normativa existente, evitando ser un peligro o un obstáculo para los demás usuarios, adoptando un comportamiento adecuado en cada momento y asumiendo las consecuencias de sus actos.
2. PRINCIPIO DE CONFIANZA EN LA NORMALIDAD DEL TRÁNSITO
Todos los usuarios de la vía pública que se comporten siguiendo el principio de responsabilidad, cumplen las normas de tránsito y tienen el derecho de esperar que los demás usuarios también las cumplan y por lo tanto hagan el uso adecuado de ellas.
3. PRINCIPIO DE DEFENSA
En determinada circunstancia, el principio de seguridad o de la defensa, se antepone al de confianza. Nadie debe confiar ilimitadamente en que los demás usuarios cumplan al pie de la letra las normas de circulación. Es aquí donde se aplican las reglas de la conducción defensiva.
4. PRINCIPIO DE CONCENTRACIÓN EN EL TRÁNSITO
Este principio nos dice que los usuarios de la vía deben ser dueños de sus movimientos; en todo momento nos obliga a concentrar toda nuestra atención y nuestra conciencia a la actividad del tránsito, sin distracciones que nos haga perder el dominio sobre nuestros movimientos y, por lo tanto, provocar daños a los demás usuarios.
5. PRINCIPIO DE SEÑALIZACIÓN
La norma general de circulación indica que se debe circular por la derecha. Este principio dice que si existe un obstáculo que impida el paso, altere o limite esta regla, debe estar convenientemente señalizado.
Si adecuamos los valores y principios mencionados a nuestra conducta, comprobaremos que nuestra cultura vial en la actualidad se caracteriza por ser deficiente, pero ese debe ser el impulso para demostrar que el boliviano es capaz de aprender y modificar sus comportamientos riesgosos.
“Unidos por una cultura de seguridad vial”.
El autor es docente UNIPOL.
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