Ataque al PumaKatari

El pasado martes, agosto 29, fui parte de un incidente absurdo e insólito, salí apresuradamente a las 14:30, para ir a tomar el PumaKatari de la calle 21, al lado de la gasolinera, tenía una cita médica a las 15:30 en las proximidades del Parque Urbano Central.

El viaje era normal hasta el momento en que recorríamos por la Costanera; hubo un embotellamiento, el cual, según nos explicó la anfitriona del bus, se debía a que manifestantes de Mallasa estaban interfiriendo la circulación de los vehículos en la intersección de la calle 16 de Obrajes.

El conductor prudentemente se estacionó en cierto sector, casi antes del Centro de Exposiciones; los vehículos empezaron a desplazarse, hasta que el PumaKatari quedó estacionado solo en la avenida; el conductor abrió la puerta de salida y dijo que los que querían bajarse podrían marcharse, porque él esperaría instrucciones para seguir su marcha, tal vez por una ruta distinta a la usual.

En la vía de bajada, los manifestantes de Mallasa -según nos hicieron saber- empezaron a marchar, primero muchas mujeres y luego manifestantes varones. En uno de esos momentos, uno de los dirigentes a gritos empezó a instruir a los que le seguían para recoger piedras de la jardinera central de la avenida y luego comenzaron a apedrear el Puma, en el que la mayoría de los pasajeros permanecíamos sentados; los primeros golpes no lograron romper las ventanas, pero luego atravesaron los vidrios, provocando huecos y pedazos de vidrios que volaban por todas partes.

El PumaKatari se ha convertido en el vehículo de transporte público de la tercera edad, por dos razones, la primera, es económico, la segunda, hay comodidad y respeto a nosotros los de la tercera edad (eufemismo para no decir viejos). Tuve la suerte de que al ingresar ya no había espacio en los asientos preferenciales y tuve que dirigirme a la parte posterior, donde gentilmente me cedieron un asiento.

Al sucederse la acción absurda de la pedrea, hubo varios heridos. Uno de los más afectados fue una persona próxima al conductor, que recibió una pedrada en la cabeza, felizmente pudo ser atendido por un médico que había en el vehículo, con los elementos que tenía el botiquín de emergencias. Varios otros tenían heridas de menor gravedad, en mi sector una señora recibió una enorme pedrada con un trozo que parecía un cubo de unos 12 x 12 cm, felizmente en el hombro, porque si le daba en la cabeza, la podía matar.

Oportunamente pude agacharme, cubrirme la cabeza con las manos, gracias a lo cual no sufrí algún daño.

Felizmente al poco tiempo llegó la Policía, la cual alejó a los manifestantes. Los del bus nos pidieron calma y que esperáramos a otro bus, el cual llegó después de unos pocos minutos, al que subimos para ser transportados hasta las paradas siguientes.

EL DIARIO informó, en su edición del día 30, sobre este incidente y señaló que la Policía detuvo a 40 de los manifestantes, los cuales están siendo sometidos a proceso. En mi opinión, deberían ser juzgados por tentativa de asesinato, ya que algunas piedras por su tamaño pudieron haber tenido este efecto.

Para concluir, es una triste realidad, pero La Paz vive asediada, la cultura del bloqueo por motivos de la propia ciudad -caso gremiales- o por problemas provinciales, caso Achacachi, vive sujeta a bloqueos y paros que perjudican la economía, el desarrollo normal de las actividades y se convierten en una epidemia que puede causar progresivamente daños mayores.

Para cambiar esta actitud de constante violencia se requiere una acción coordinada del Gobierno central, Gobernación y municipio para llegar a una paz concertada con los bloqueadores de diferentes grupos, con objeto de eliminar esta violencia que perjudica a todos. De otra manera, cualquier día de estos aparecerá un desesperado que provoque una masacre como la de Barcelona.