¿Qué es posible hacer con el fin de que las generaciones futuras, especialmen te las del género femenino, estén listas, en todos los aspectos, para experimentar los cambios del planeta Tierra?, pregunta Leila Marco, en su artículo -publicado en la revista de la Legión de la Buena Voluntad (LBV), con motivo de los 67 años de incansable labor de esta entidad que ayuda a las familias menos favorecidas en varios países- titulado “Revolución en el trabajo”. En dicha nota enfatiza que “no es sorpresa para nadie que la empleabilidad está siendo y será cada vez más directamente influenciada por la globalización, el cuidado del medioambiente, el desarrollo sostenible, y el crecimiento demográfico. La estimación es que la población mundial llegue cerca de los diez mil millones de habitantes en 2050, incluyéndose en este escenario las modificaciones radicales por las que está pasando y pasará la humanidad, como consecuencia de la convergencia de tecnologías digitales, físicas y biológicas”.
Los economistas han llamado a la suma de esas modificaciones la Cuarta Revolución Industrial. “Estamos al borde de una revolución tecnológica que transformará fundamentalmente la forma cómo vivimos, trabajamos y nos relacionamos. En su escala, alcance y complejidad, la transformación será diferente de cualquier cosa que el ser humano haya experimentado antes”, anuncia por su parte Klaus Schwab, fundador y Presidente del Foro Económico Mundial y autor de “La Cuarta Revolución Industrial”, libro lanzado en 2016 y que se convirtió en un best seller. De ahí que señala Leila Marco “en la visión de la Legión de la Buena Voluntad, la educación ejerce un papel preponderante en la tarea de preparar a las generaciones futuras, especialmente a las niñas y a los jóvenes, preparándolas para esas tendencias. Con la Pedagogía del Afecto, ello se puede lograr”.
A la vez, José de Paiva Netto, Presidente de la LBV, autor de la línea educativa de esta institución, traducida en la Pedagogía del Afecto y la Pedagogía del Ciudadano Ecuménico, afirma que “no es suficiente que las escuelas entreguen a la sociedad profesionales competentes y preparados para el mundo del trabajo, sino que es urgente cuidar de las nuevas generaciones para que éstas sean formadas por personas de bien y con sentimiento empático por el prójimo, línea innovadora que estimula a los alumnos a no ser egoístas y a elegir la carrera no sólo focalizando en la remuneración, sino también considerando el legado que quieren dejar. Esto propicia -asegura- la formación del ciudadano global o planetario, aquel que se preocupa por el planeta Tierra y está dispuesto a compartir conocimientos con las otras personas”.
¿Y aquí qué estamos haciendo, o qué hacen las entidades del ramo para formar a los “ciudadanos globales”, con el fin de que enarbolen esas premisas en pro de nuestro mundo y por el bienestar del ser humano? En nuestro medio hoy se observa mezquindad y egoísmo, ya que cobra fuerza lo de “confianza ni en mi camisa”, dejando de lado el interés por el prójimo, para dar paso al individualismo pernicioso y carente de sensibilidad, insuflando mayor angurria y deseos delirantes de poder y más poder.
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