Achacachi, localidad del altiplano con una población numerosa, es célebre por hechos históricos, durante y después de su creación. Entre su población están los llamados Ponchos rojos, temidos en esas áreas. La historia de este pueblo altiplánico no es sencilla y por ello, sigue en medio de enfrentamientos, sea con las fuerzas policiales o entre pobladores.
Hace poco se tuvo que lamentar enfrentamientos entre habitantes del lugar que cuestionaban al alcalde de Achacachi, acusándolo de corrupción, y sus seguidores, que lo apoyan a como dé lugar por ser de filas del oficialismo. Como el enfrentamiento entre los dos bandos dio como resultado quema de viviendas y saqueos, dos dirigentes vecinales, profesores rurales, han sido encarcelados, mientras que ninguno del sector oficialista lo ha sido, pese a los mencionados saqueos. Todos los oficialistas han sido defendidos, contra el deseo de los vecinos que exigen sanciones. En esta situación la Policía optó por retirarse.
En tales circunstancias apareció un dirigente campesino de mucha experiencia en la lucha sindical, como es Felipe Quispe, el Mallku, quien voluntariamente empieza a dirigir a los indígenas de Achacachi, trayéndolos a la ciudad de La Paz, organizados estratégicamente y con mayor apoyo de bases. Esta movilización ahora cuenta con aliados como indígenas del Tipnis y cocaleros de los Yungas. Al mismo tiempo, está empezando una división en las organizaciones sindicales de trabajadores.
Por otra parte, llama la atención la estrategia del líder indígena Felipe Quispe, al manifestar que tiene: Plan Morales, Plan Linera y Plan Zapata. Los enfrentamientos entre grupos sociales está dando un panorama político diferente a lo que pregonan políticos oficialistas. Esta división política se complica con la situación económica del país, porque han subido las tarifas de energía eléctrica, lo que afecta con mayor dureza a los sectores pobres del país, han subido los precios del gas industrial, lo que hace más difícil la situación de las empresas.
Además se presagia que otros sectores se plegarán a las movilizaciones organizadas por el dirigente campesino Felipe Quispe, por disconformidad con la política de enfrentamiento que caracteriza al gobierno, lo que causa incertidumbre que repercute en la situación política del país.
No hay que olvidar, además, el apoyo sin condiciones del Presidente boliviano al dictador Nicolás Maduro, lo que complica la situación del país en el contexto internacional, pues estamos entre la minoría que apoya al mandatario venezolano, frente a la mayoría de los países latinoamericanos que quieren una Venezuela democrática. Si cayera el presidente Maduro, como se avizora, la situación boliviana sería muy difícil.
Lo sorprendente es conocer, según los pronunciamientos de grupos sociales del país, que un buen porcentaje de ellos discrepa seriamente con el oficialismo, dando la impresión de que no son parte del que, en principio, parecía ser un bloque unido. A medida que pasa el tiempo, aparecen fisuras serias de desunión y discrepancia política que ponen en riesgo la estabilidad del régimen oficialista.
El autor es profesor emérito y exautoridad de la UMSA.
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