COMUNICABILIDADES
El sol penetra suavemente por mi ventana, es una mañana menos fría que ayer… saboreo una taza de té caliente y leo un buen libro, no hay prisa… sólo calma.
Un par de horas después, decido escuchar radio, quiero extraer algunas ideas para mi columna semanal.
Empiezo escuchando mis radios favoritas, luego las radios informativas… para actualizarme, por último escucho un poco de todo, a ver si encuentro algo interesante.
Información por aquí, noticias por allá. Exaltados por aquí, moderados por allá. Música suave, música estridente, locutores preparados, locutores improvisados, datos insulsos en esta radio, datos interesantes en esta otra, risas y bromas acá, seriedad más allá…
Voces, quejas, opiniones e informaciones para todos los gustos, para todas las edades y para todas las tendencias… es la radio de Babel, donde todos hablan y nadie parece escuchar.
Hay tanta información que no necesitamos escuchar, tanto verbo insulso, tanta palabrería hueca.
Cada locutor persigue sus propios intereses, algunos quieren informar, otros vender, otros ni saben lo que quieren, pero cada uno pretende imponer su discurso, llamando la atención a cualquier precio.
La radio y su excesiva tendencia a “catastrofizar” los hechos me asfixia, su discurso permanente centrado en hechos negativos me desespera.
Entonces, en un intento por recuperar mi paz mental… apago la radio. Vuelvo a mi intimidad y me doy cuenta que no todo es una catástrofe, existen hechos positivos y los veo por todos lados… sin embargo son invisibles para ciertos comunicadores que han hecho de la desesperación humana una mercancía fácil de vender.
(*) Director ejecutivo de Xperticia. Empresa de Capacitación y Asesoramiento en Comunicación.
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