La noticia de perfil
Fue mi discípula periodística quien me llamó por teléfono para comunicarme que un colaborador del periódico EL DIARIO de La Paz había escrito un artículo benevolente acerca de mi trayectoria periodística, lo cual me llevo a solicitarle que tal hecho no lo comunicara al Presidente Vitalicio, ni al Vicepresidente, en vista de que no me tienen en su lista de simpatizantes y “yunkus”, pues esto podría redundar en alguna medida que perjudicaría al bondadoso comentarista Álvaro Riveros Tejada, por su alusión amistosa.
Tomadas esas previsiones, me puse a rondar los caminos de la metafísica y formularme interrogantes acerca de mi real existencia o tal vez de mi traslado a otras dimensiones existenciales; en buenas cuentas, averiguar si todavía sigo circulando por el sendero de los sobrevivientes, teniendo en cuenta los decenios de vida que cargo en mi haber, hecho que podría llevar a algunas personas a ejercitar actos bondadosos hacia mi persona.
Enterada Macacha de mis dudas existenciales, aunque sin meterse en pliegues esotéricos que están prohibidos para una chica nacida en Quillacollo, ella me explicó, utilizando conceptos y palabras sencillas, lo siguiente: usted ha sido elogiado por un buen hombre paceño, acerca de su larga carrera de escritor y periodista, lo cual no puede conducirlo a reflexiones sobre el más allá, porque usted está acá y seguirá cumpliendo su labor sin enredarse en asuntos que sólo los decide Dios.
Esas palabras simples y sabias no lograron disipar mis temores y tímidamente me acerqué a mi esposa para preguntarle si no se le había muerto algún pariente cercano, respondiéndome la española con una negativa y mostrándome la ropa que vestía, me indicó que no llevaba luto, lo cual era la prueba fehaciente de que yo continuaba vivito y coleando. Con esa convincente respuesta, quedé más tranquilo y deseché todo mal presentimiento.
Después de tantas idas y venidas por senderos tan lúgubres, Macacha me anotició acerca del fallecimiento de mi amigo Jorge Romecín Galindo, fundador del “Giorgíssimo”, emblemático local que tuvo que ver por muchos años con buenas amistades, en un ambiente de distinción, camaradería y respeto. Este hecho tan penoso terminó por aclarar en mi mente que la muerte está rondando siempre y hay que ahuyentarla sin tenerle miedo, lo cual agradó a mi comadre, quien me convenció para ir preparando nuestro viaje a Cochabamba y a Santa Cruz por sus fiestas de aniversario.
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