I
Si se desciende lo suficientemente hondo en el asunto filosófico que entraña la obligatoriedad del servicio militar obligatorio, se llega a la conclusión de que aquél es un absurdo rotundo, siempre y cuando se tome en cuenta los adelantos humanos concernientes a la libertad y a los Derechos Humanos. He aquí una prueba incontrovertible de que los sistemas judiciales, que lejos están de ser los sabios procedimientos latinos, son todavía imperfectos, y de que las democracias, que para algunas personas hoy están bien consolidadas en lo referente a su avance teórico, tienen fallas que siguen estando en vilo. Porque el servicio militar obligatorio tiene que ver con los unos y con las otras.
¿Qué es el entrenamiento militar? Es la educación de la mente y del cuerpo en la técnica de matar. Filosóficamente, va en contra del desarrollo de la voluntad de paz del hombre. Pero, me diréis, ¿acaso a un país se le puede restringir su necesidad de adjudicarse insumos de seguridad? Cierto es que no. Peor yo refuto: ¿se le puede privar a un ser humano de la voluntad pacifista que pudiere abrigar con más amor que a ninguna otra cosa? El Estado tiene necesidades materiales, pero el hombre posee ideales y cultos, y éstos están por encima de aquéllos. El hombre tiene obligaciones para con su patria, pero ésta también los tiene para con su habitante. El asunto es difícil, ciertamente, y como hoy son varias las cosas que se ha puesto en la mesa de debate del mundo, la cuestión del servicio militar obligatorio tendrá también que ser debatida en la misma mesa. Y mañana estará, Dios mediante, en el seno de la Asamblea Legislativa. Estas cuestiones profundas tienen que ver con el gradual perfeccionamiento del Derecho y las Ciencias Políticas.
Quien escribe esto no hizo el servicio militar, huyó de él; no sabe cargar munición a un arma, y con suerte podría lidiar con el peso de una carabina. Todos los que desean la paz deberían estar resueltamente en contra del servicio militar obligatorio. Se debe abolir el entrenamiento militar de la juventud. El servicio militar universal supone la formación de las juventudes en un espíritu bélico. En países como Bolivia, con Constituciones que proclaman pacifismo, la incongruencia es aún más crasa. Otro argumento: Podría parecer que los países pequeños, como el nuestro y los de África v.g., necesitaran obligar a sus juventudes a prestar servicio militar para poder ganar una guerra, y no los Estados grandes, dado que el armamento que poseen podría batir a las hordas más numerosas. Y ciertamente esto es lo que ocurre en la realidad. Lo cierto es que los ejércitos más nutridos y compactos de los países enclenques de economía no podrían batir el más pequeño obús de un país fuerte y grande. Entonces el asunto se convierte en un sinsentido.
Piénsese que para una conciencia pacifista, como la de Romain Rolland, el servicio militar puede resultar un verdadero vía crucis. ¿No se está, pues, quebrantando la libertad de voluntad, que es quizá la libertad más sagrada?
La Constitución establece que deberán prestar el servicio militar todos los bolivianos, pero el carácter de obligatorio sólo recae en varones. Y más allá de todo lo dicho hasta aquí, ¿por qué en este mundo que pide y necesita igualitarismo de género en toda disposición, solamente los varones están llamados a acudir prestos al grito de una voz castrense y a marchar al son de una trompeta marcial?
Seguiremos abordando este asunto, metiéndonos más en la filosofía pura que encierra la cuestión.
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