Una polémica de intensidad entre funcionarios de Estado y economistas del sector privado se ha producido en semanas recientes en torno a si la economía nacional está sufriendo procesos de recesión o desaceleración, debate que no llegó a resultados que satisfagan a la ciudadanía. Así mismo, un debate parecido se ha estado produciendo en torno al Producto Interno Bruto (PIB), discusión que tampoco llegó a resultados transparentes.
Sin embargo, mientras la realidad ofrece resultados negativos, las autoridades siguen afirmando que todo marcha en buenas condiciones y pese a que se registran algunos indicadores negativos, no son para preocuparse y todo volverá a la normalidad, en particular el PIB crecerá hasta por encima del 4,7 por ciento y, por tanto, este año la empresa privada tendrá que pagar el segundo aguinaldo, suspendido el año pasado por el bajo crecimiento de la economía.
Entre tanto, lo que demuestra la realidad no es tan halagador como señalan las declaraciones oficiales, ya que se presentan indicadores que revelan que estamos viviendo una crisis económica de proporciones.
En efecto, la población experimenta dificultades y está reduciendo sus gastos, naturalmente por falta de ingresos. Han subido los precios en los mercados y el comercio en general; los taxis y micros tienen menos pasajeros en proporciones entre 40 y 60 por ciento; bares, confiterías y otros han reducido sus clientelas; chóferes de algunos transportes prevén rebajar sus tarifas para recuperar a sus ocupantes; los tenderos se quejan de menores ventas; los “micros” suspenden sus recorridos en algunas horas; la población que viaja a provincias y el interior ha bajado en forma considerable, etc.
Aparte de esos signos a nivel doloroso, el Estado sufre, (siempre según datos oficiales), por descenso de reservas y déficit externo; la deuda con China creció en siete veces en diez años; el precio de algunas materias primas sigue en caída (quinua) y de otras se ha estabilizado en niveles bajos (gas, estaño); la inversión extranjera se ha empequeñecido; la caída de la producción agropecuaria obliga al Estrado y particulares a aumentar las importaciones de alimentos e inclusive se autoriza el contrabando de papas, cebollas, chocolate, harina; las reservas del BCB cayeron de 14 a 10 mil millones de dólares; la mayoría de las empresas públicas funciona a pérdida y así hay una lista de nunca acabar y permite comprobar de hecho que la situación es peor de lo que muestran los voceros estatales
Finalmente, mientras se polemiza sobre si vivimos en recesión o decrecimiento, en escasez o abundancia, etc., la realidad muestra que existe una situación de hecho poco optimista, disfrazada con frases hechas, argumentos engañosos, declaraciones mentirosas, cuadros estadísticos, “tortas” y cuadros inventados. Lo que en realidad se debe hacer es discutir sobre los datos reales y, por tanto, no estar discutiendo sobre cuál es la definición semántica que debe tener esa crisis real que el pueblo vive a diario, sin contar la crisis política con los caos de Achacachi, el Tipnis, la crisis del Poder Judicial, que adquieren cariz miliunanochesco.
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