Países de la región en conflicto, ávidos de una convivencia libre de sospechas y sobresaltos, han optado por acuerdos o decisiones negociadas, para solucionar sus problemas de carácter internacional. Es fundamental para preservar la tranquilidad continental la solución dialogada, amistosa y sincera de los conflictos, que se constituyeron, a lo largo de nuestra historia, en “muros” infranqueables de hostigamiento y enemistad.
A raíz de esta situación, y en busca de una justicia equitativa, algunos países recurrieron a la Corte Internacional de Justicia de La Haya y posiblemente fueron escuchados.
Y ahora es imperiosa la necesidad de renovar y reforzar los lazos que permiten el acercamiento de las naciones que integran la comunidad latinoamericana, con objeto de estrechar las relaciones diplomáticas y alcanzar la anhelada confraternidad, con la esperanza de generar un futuro con mejores condiciones de vida.
En este contexto se ha tratado de sumar esfuerzos de países grandes y pequeños, de políticos de tendencias opuestas, priorizando, particularmente, el bien común. Además sin fronteras ideológicas, sin diferencias de tipo religioso ni racial. Buscando, asimismo, el concurso de personalidades de predicamento mundial.
“Las naciones de las Américas han fraguado su camino común en la OEA, así como las políticas comunes que darán forma al futuro de toda la región. Debemos evitar antagonismos y el uso de la fuerza en nuestro sistema regional. En nuestro hemisferio, la imposición por la fuerza de un punto de vista particular es reemplazada por un entendimiento de iguales a iguales entre todas las naciones”, dijo hace aproximadamente 38 años, el Secretario General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Alejandro Orfila.
Siempre ha sido difícil dirimir asuntos intrincados bajo presión. Por ello la confrontación bélica, el inútil derramamiento de sangre o la cobarde amenaza no condicen con los tiempos actuales. La nueva mentalidad de quienes han nacido en este continente es proclive a saldar cuentas utilizando recursos diplomáticos. Es decir negociando en consonancia con los profundos e irreversibles cambios que se han registrado con miras al Siglo XXI.
La inquina y la revancha tienden a ser desplazadas por el reencuentro, la amistad y la justicia, elementos que han contribuido y contribuirán a solucionar los conflictos que distancian a los países hoy.
En suma: nuestros países deben tender a priorizar el diálogo, la amistad y sinceridad para vencer dificultades en el camino.
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