El conflicto de Achacachi con tendencia a agravarse

Achacachi es una región que en diversas oportunidades del pasado ha fungido como centro “defensivo de los llamados revolucionarios” que, de una u otra manera, han organizado grupos armados aprovechando la buena fe de campesinos que creían defender sus derechos a desarrollarse y progresar; pero que en la realidad vivida con los años, han comprobado que, no obstante las múltiples promesas, su situación de pobreza y dependencia no ha variado.

Desde hace meses, las organizaciones vecinales e indígenas encabezadas por sus dirigentes han pedido que el alcalde, miembro del partido de gobierno, explique y rinda cuentas sobre los presupuestos que han sido puestos bajo su administración, ya que, en el tiempo que lleva frente al municipio, ha dispuesto casi festinatoriamente de esos medios financieros; han pedido, igualmente, que esa autoridad, conjuntamente sus aliados partidarios, abandonen la alcaldía y no ejerzan ninguna función.

Tanto el alcalde como sus acólitos han decidido no acatar las decisiones de sus colaboradores del Concejo Municipal y se han mantenido en sus puestos apoyados por el gobierno central que no cree en las denuncias formuladas por el pueblo y sus instituciones. Todo esto ha provocado que surjan conflictos de toda laya, porque se han plegado a las protestas en contra del alcalde muchas organizaciones campesinas, con inclusión del grupo “Ponchos Rojos”, que en el pasado tuvo acciones muy duras y decisivas en contra de muchas políticas de los gobiernos.

Los conflictos de Achacachi, por los contornos adquiridos en las últimas semanas, muestran imposibilidad de solución mientras subsista la negativa del alcalde que es apoyado ciegamente por el gobierno; éste, a su vez, tendría que establecer realidades o, simplemente, reconocer todas las denuncias que, en buena parte, son de su conocimiento y disponga la expulsión de la autoridad controvertida e instaure las investigaciones correspondientes para que el Poder Judicial, si es posible aplique las leyes, lo juzgue y sentencie a las penas determinadas por ley.

Achacachi se ha convertido en una especie de bastión que podría desencadenar múltiples conflictos, algunos de imprevisibles consecuencias porque la población y las entidades del pueblo ya están cansadas de no poder dialogar y llegar a soluciones con las autoridades de gobierno que se mantiene impertérrito en su posición de apoyar al alcalde, pese a que su no renuncia implica serias dificultades y paraliza no solamente a la región sino a pueblos y ciudades vecinas que se ven imposibilitadas de realizar normalmente sus actividades y vivir solamente con vigencia de las leyes sin imposiciones, bloqueos, marchas, tumultos y destrucción de bienes públicos y privados.

El gobierno no puede ni debe mantener actitudes caprichosas con el caso y proceder al diálogo sincero y constructivo sin imposiciones ni amenazas que pongan en más peligro a las comunidades; deberá, como primera medida, dejar en libertad a dirigentes que han sido apresados injustamente.