Fernando Molina, periodista de amplia trayectoria, escribió la biografía de Cayetano Llobet, bajo el título de Así nomás había sido…; no obstante que en vida del biografiado se editó otro volumen con el mismo epígrafe, conteniendo artículos de su autoría.
El nuevo libro describe los altibajos del político sucrense, de formación católica en el Colegio Sagrado Corazón y titulado luego de abogado en la facultad de Derecho de San Francisco Xavier de Chuquisaca. Con posterioridad emigró a Lovaina-Bélgica a cursar estudios de Ciencias Políticas, patrocinado por su ex profesor, el jesuita Jorge Trías, de nacionalidad española.
Alguien sostuvo que en aquella época, en la que el marxismo disputaba terreno palmo a palmo a la corriente democrática, en la Universidad de Lovaina se impartía conocimientos para evitar el avance comunista. Pero, ¡vaya! El remedio resultó peor que la enfermedad.
Nuestro propósito, aparte de lo apuntado, no es ocuparnos de los aspectos políticos del biografiado, ya que aquí en Bolivia, España o Pekín se registran ondulaciones en campo tan azaroso, sino más bien enfocar la parte humana. Y, qué mejor, para este efecto, que recurrir a los relatos y opiniones de la viuda de Cayetano, Lastenia, cuyo Epílogo confiado a ella es lo más sabroso del libro.
Para empezar, compartimos la admiración de Cayetano por Marilyn Monroe y Miguel de Unamuno, no sabemos en qué orden de prelación. Unamuno, escritor de nota, polemista o provocador intelectual, “calientalibros” según se autocalificó; dos: aquella rubia sensual del cinema, la más hermosa, aunque sin mucho seso, conforme la consideran quienes la trataron y sus propios biógrafos, cautivadora como ninguna otra nínfula, diría Nabokov.
En lo personal, la esposa supérstite describe así a Cayetano: un ser confiable, que tenía criterio y sabiduría de vida. A pesar de haber tenido gran confianza en sí mismo, Lastenia refiere que nunca enviaba un artículo sin que ella lo leyera. Por ello, “fue su cómplice y censora”.
En cuanto a su relación conyugal, manifiesta que entre discusión va y discusión viene, él la amenazó con divorciarse; le repuso que no y que lo iba a “joder hasta el último día de su vida”. Concluye: “y lo cumplí”. Páginas desenvueltas, sin remilgos. ¡Para qué ocultar nada! Vivía con intensidad, asegura, y la idea era sacarle el jugo a la vida.
Al igual que se lo veía en las pantallas de la televisión o lo leían en su columna “era en la vida real, básicamente vehemente, escandaloso, narcisista, muchas veces torpe al decir las cosas y sobre todo impaciente, desordenado, terco e insistente; pero eso sí, y en todo, transparente”.
Anécdota tras anécdota, que sería largo referir en su totalidad, deja entrever algunas situaciones de la persona a la que supo acompañar media vida; declarando haber sido su más grande admiradora y su peor crítica. Y lo dice con gracia, aunque enfrentar la muerte de Cayetano significó para su familia un gran aprendizaje de vida, conforme deja constancia.
Jamás demostró Cayetano, de modo público o privado, su apego a la religión católica y, peor aún, a su consejero y amigo Trías. En su mundo interior no hubo, pues, Señor de los cielos ni señor de la tierra (tuvo problemas en las relaciones afectivas con su padre), que ejercieran influencia alguna.
Buscó su quimera en el movedizo terreno de la política, dando un viraje casi al final de su existencia. Como político no gravitó en el escenario nacional y llegó a ser hombre de confianza de Marcelo Quiroga Santa Cruz. En México ocupó situaciones académicas de importancia en las ramas sociales y, a decir de Carlos Toranzo Roca, la intelectualidad de la época lo transformó. Cambió de la posición de maoísta renegado a activista del Partido Socialista -1 y, luego, para rematar durante el régimen gonista se volvió demócrata, moviéndose de extremo a extremo. Cayetano, el nuevo transformer. ¿Es un rasgo humano? Claro, ¡nada debiera sorprendernos!
En síntesis, Cayetano fue un intelectual y se movió en esferas cercanas. Sucumbió a las tentaciones del poder. Fue un connotado analista político y presentador de noticias en la televisión. Ahí sí se desenvolvió a sus anchas, bien pagado de su suerte, cumpliendo aquello de tener una “vida sensacional”.
Al paso del tiempo, la vida cambia a los seres humanos, ciertamente. Pero, ¿para qué todo? ¡Tanto afán fugaz…!
Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender EL DIARIO |
Dirección:
Antonio Carrasco Guzmán
Jorge Carrasco Guzmán |
Rodrigo Ticona Espinoza |
"La prensa hace luz en las tinieblas |
Portada de HOY |
Caricatura |