Si Evo fuera cochabambino

Conforme pasan los días nos acercamos más al glorioso 14 de septiembre y se acrecienta el rumor popular de que los cochabambinos son inteligentes, poniendo como ejemplos a Marcelo Quiroga Santa Cruz, Augusto Céspedes, Man Césped, Jaime Laredo y otros geniales hombres nacidos a orillas del río Rocha y al pie de Cristo de la Concordia. Cuando le comuniqué los nombres de las estrellas mencionadas, mi corresponsal ante el Palacio Real de la plaza Murillo se puso orgullosa y no pudo evitar su anhelo de que el Presidente Vitalicio de Bolivia fuera cochabambino.

Al ponderar este deseo de mi discípula periodística tuve que desencantarla al afirmar en una de sus orejas que Evo había nacido en Orinoca, siendo por lo tanto orureño, sin derecho a cambiar el lugar de su nacimiento, hoy convertido en museo de trofeos-obsequios que recibió en los doce años que gobierna, a lo que habría que agregar sus “cachos de fútbol, camisetas y otras prendas”.

Como adivinarán algunos lectores, la cholita cochabambina nacida en Quillacollo insistió en su teoría de que Evo debería ser cochabambino por la inteligencia natural que posee, según su admiradora. La brillante periodista buscó en su caletre algunas razones que podrían adjudicar al polémico líder político la nacionalidad “cochabambina”, no siendo la menor… la de haberse embolsillado a toda una nación con el cuento de que él es hijastro de Bartolina Sisa y que por méritos propios también podría ser sobrino de las “Heroínas de la Coronilla”.

Tan convencida se hallaba la bambina cochabambina, que se puso a convencerme de que más jornadas de trabajo presidencial las había desarrollado en Cochabamba, sobre todo en la zona del Chapare, a donde un día fue a parar para jugar un partido de fútbol y resultó siendo jefe máximo de las siete Federaciones de Cocaleros del Chapare, cargo que ostenta hasta hoy y que le da derecho a tener su “cato propio”, lo cual hace que algunos de sus enemigos políticos lo acusen maliciosamente de tener algo que ver con la coca del Chapare y sus productos que nos avergüenzan a los bolivianos, seamos de cualquier región del país.

Para remachar el cochabambinismo de ella y del Presidente, dijo Macacha: “el fervor cochala de Evo está reforzado por su vicepresidente García Linera, que en verdad es cochabambino”. Lo que demostraría que la fórmula Evo-Álvaro fortifica la teoría de que Cochabamba ha tenido y tiene los más preclaros hombres de nuestro tiempo.