La inversión coadyuva al crecimiento de nuestro país, especialmente en bienes de capital e infraestructura, maquinaria y carreteras. También la inversión puede incrementar el ingreso per cápita de la población.
La Corporación Andina de Fomento (CAF) ha financiado en la última década más de 5.700 Km de carreteras con asfalto, integrando los departamentos del país.
La inversión en vivienda en nuestro país viene influenciada en la política monetaria con créditos hipotecarios a largo plazo, con tasas de interés bajas como el crédito de vivienda social y el hipotecario productivo. El PIB en el sector de la construcción está en aproximadamente 8% y está compuesto por el sector privado de la construcción y la banca.
Entre 1998 y el 2005 la inversión pública ejecutada llegó a un promedio de aproximadamente 570 millones de dólares por año, y entre el 2006 y el 2013 este promedio se elevó a 1.882 millones de dólares anuales.Como se puede apreciar en la publicación del Ministerio de Economía (2014), la mayor inversión pública de los últimos años fue ejecutada por el sector público no financiero. Así, el 2014 más de la mitad de la inversión pública la ejecutaron las empresas públicas. La empresa estatal YPFB participó con más del 9% del PIB en 2014 y por la crisis mundial de los commodities y el petróleo, su aporte al PIB en 2016 fue mínimo.
La productividad de las empresas y la inversión están relacionadas y, al mismo tiempo, son mutuamente influyentes, pues una mayor inversión genera mayor productividad y ésta permite que fluya mayor cantidad de recursos a la empresa.
Ante la falta de recursos del ahorro interno para una inversión nacional, tanto privada como pública, deben estar dadas las condiciones para asegurar la llegada de mayor inversión externa, que está muy vinculada con la transferencia de tecnología, muy beneficiosa para los países en vías de desarrollo.
La inversión externa para nuestro país está en descenso. Por ejemplo, el año pasado, la Inversión Extranjera Directa Neta en el país fue un 26% inferior, comparada con la que llegó el 2015, señala un informe del Banco Central de Bolivia. Además la inversión privada nacional supera con creces a la inversión extranjera.
Según el Instituto emisor del país, la inversión externa en el 2016 llegó a 410 millones de dólares, 144 millones de dólares menos que la registrada un año antes, cuando llegó a algo más de 554 millones de dólares.
Los directivos de las organizaciones empresariales del país sostienen que la reducción de la inversión internacional en el país tiene como una de sus causas la baja de precios de materias primas que exportamos.
Las inversiones se concretan cuando el clima de negocios mejora, pero en Bolivia el clima no es bueno, porque bajaron precios de las materias primas y hay una débil institucionalidad.
Para el sector privado nacional, deben mejorar las relaciones con el Gobierno, especialmente cuando se trata de definir políticas salariales, incrementar las acciones contra el contrabando y revisar las políticas tributarias que solo presionan al sector formal, dejando en libertad a los llamados informales.
La situación boliviana no es única. En comparación con lo que pasó en el mundo, entre 1990 y 2013, la inversión en América Latina fue muy volátil, respondiendo a los ingresos generados por el auge en los precios de las materias primas y Bolivia tuvo su pico de inversión en 1998 cuando llegó al 23,1% del PIB, por encima de América Latina y el mundo debido a las inversiones en el sector petrolero.
¿La inversión en Bolivia, en los últimos años, habrá sido productiva? No se tiene una medición de la calidad de la inversión pública, sería importante hacer una evaluación de la última década. En el caso del sector privado si no realiza una inversión adecuada, genera pérdida y va contra su patrimonio.
La acumulación de capital, traducida en maquinaria y equipo con nueva tecnología, debe ir aparejada con la generación de nuevas ideas que, en el caso boliviano como latinoamericano, está rezagada por falta de centros de investigación, que se traduce en una demora en los procesos de industrialización.
Frente a esta realidad, muchos países buscaron en la inversión extranjera directa la forma de alcanzar la transferencia de tecnologías, muy necesaria para asegurar no solo su crecimiento, sino para hacerlo sostenible mediante la diversificación industrial, paso que Bolivia debe darlo con urgencia, para salir de la categoría de país exportador de materias primas.
Los volúmenes de inversión a los que llegó nuestro país aún son bajos; si se quiere elevar el crecimiento y el ingreso per cápita real se requiere generar mayor inversión privada nacional y extranjera, así como una inversión pública adecuada.
El autor es Economista, licenciado en la UMSA, con Post Grado; Doctorado PhD en Relaciones Internacionales de la Universidad del Salvador de Argentina y Académico de Número de la Academia Boliviana de Ciencias Económicas.
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