En tiempos de un gobierno duro como es el del MAS y que lleva en el poder más de once años, la violencia pudo haber parado, los crímenes aminorado en su drasticidad y extremos inhumanos; tiempo en el que podían menguar los asaltos de bandas delictivas a negocios, bancos, etc., pero se han incrementado, dejando a la colectividad indemne y sujeta a todos los peligros.
Muchas veces el gobierno sostuvo que aplicará sanciones muy enérgicas a quienes contravengan las leyes en actos contrarios a la seguridad y tranquilidad ciudadanas; pero ocurrió lo contrario, porque violaciones a mujeres mayores, niños y menores no cejan y en el día a día se ve más casos. Lo grave de este panorama es que aparecen cadáveres de mujeres que, luego de ser secuestradas, han sido asesinadas -muchas veces cercenados sus cuerpos- y abandonadas en sitios baldíos; personas de toda edad que sufren asaltos, maltratos y hasta son sometidas a torturas hasta perder la vida por no atender las demandas de quienes exigen la entrega de sus pertenencias y dinero. Nada vale, nada cuenta la vida de las personas, su seguridad es un obstáculo y según parece “no hay mas remedio que el asesinato” para callarlos.
Lo grave de estas situaciones es que los cuadros policiales viven al margen de lo que significa la seguridad del pueblo; cuando aparecen los efectivos policiales es para ver “qué ha pasado” y, no es raro, “para preguntar quiénes son los autores de los crímenes”. La entidad policial ha dejado de ser una institución de servicio porque sus cuadros parece que solo reciben directivas político-partidistas y acuden al sitio de los extremos solamente cuando los protagonistas son militantes del partido de gobierno; no importa quienes sean las víctimas y menos los autores de crímenes y asaltos, de robos y hechos extremos que se cometen en las calles, en bancos y sitios comerciales.
Muchas veces, varias instituciones han pedido que se reorganice la Policía y que se lo haga desde los altos mandos hasta la clase de tropa, que se lo haga con intervención de alguna entidad internacional que tenga experiencias al respecto; pero, lógicamente, que cualquier reorganización o reestructuración se la haga sin intervención del gobierno y su partido; que todo esté supeditado a métodos y sistemas vigentes en Democracia y jamás conforme a intereses creados de grupo alguno; que los componentes de la entidad estén debidamente capacitados y que sus hojas de vida sean excelentes, carentes de malos antecedentes y que muestren virtudes, valores y principios además de conciencia de servicio, amor a las leyes y a la moral.
El gobierno, si quisiese, podría licitar públicamente la reorganización policial, pero, mientras sus intereses sean motivo de defensa policial, será imposible llegar a soluciones que satisfagan al pueblo y menos que sean garantía de seguridad.
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