Ecocidio

En la Ciencia Penal o Derecho Penal se estudia las normas que sancionan los delitos, las penas aplicables y las medidas de seguridad, es decir la doctrina de estudio del delito y su represión, pues se debe velar y defender los valores implícitos en ciertos bienes jurídicos como la vida, la salud, el honor, la propiedad, la libertad, etc., de donde inferimos que hay ciertos objetos esenciales en la vida de la sociedad organizada que deben ser preservados por el Estado, siendo la vida el bien más preciado.

La vida que estudia la biología hace referencia al funcionamiento orgánico de las especies humana y animal, además de la vegetal, que viven y luego mueren, pero el proceso biológico determina que ese ser vivo en algún momento debe dejar de vivir, pero cuando ese dejar de vivir es por obra de la acción humana, entonces estamos frente a un homicidio, por eso se habla de homicidio cuando se quita la vida de un hombre (ser humano); genocidio cuando se quita la vida de muchos seres humanos; parricidio si se quita la vida de su propio padre, etc.

En el Brasil se ha establecido una corriente jurídica que plantea el etnocidio, es decir el quitar la vida de una comunidad por razones étnicas, aunque los intereses sean otros, generalmente económicos, pues en el Amazonas, algunas empresas voraces por explotar recursos naturales, cometen etnocidio contra las comunidades indígenas de esa región.

Aplicado como “neologismo” a los delitos contra el medio ambiente o la ecología, debemos llamarlo “ecocidio”, es decir quitar la vida del medio vivo que nos rodea o más aún, en el que vivimos y que nos da vida o ayuda para que vivamos mejor. En esta figura jurídica penal se debería considerar todas las acciones humanas que afectan, agreden y liquidan la vida de medio ambiente y, en consecuencia, se atente contra la vida misma, pues no olvidemos que las leyes naturales que rigen la vida y su entorno son tales que al alterar o agredir esas leyes, se determina el quiebre de un orden extraordinariamente establecido.

Ha sido en los últimos tiempos que, ante el destrozo de nuestro entorno medio ambiental y sus graves consecuencias, despertó la conciencia de encarar la preservación de nuestro hogar, el planeta tierra, afectado por la ambición humana, la barbarie de las guerras, la superpoblación humana y la irracionalidad en el manejo y administración de la naturaleza.

La voracidad de las empresas transnacionales por explotar minerales, hidrocarburos, explotar la tierra con cultivos de valor económico, etc., está afectando gravemente la naturaleza, que como el Amazonas, es no sólo el reservorio de vida natural más importante, sino que resulta el pulmón del planeta -junto a otras zonas de igual importancia-, pero la mano del hombre está arrasando esos reservorios de vida.

Según estudios de organismos internacionales sobre la conservación del medio natural, nuestro país sería uno de los más depredadores de la naturaleza. En el norte del departamento paceño se liquida el bosque, explotando la madera. Así, según cálculos generosos, anualmente en el norte paceño se depreda más de 20 mil hectáreas de bosque, desde hace más de cuatro décadas.

Las normas o disposiciones legales en procura de la preservación del medio natural, como la Ley 1.333 del Medio Ambiente, y casi toda nuestra legislación, son sólo declarativas, no se las cumple. Precisamente los encargados de hacerlas cumplir son los que las vulneran.

Se ha dictado otras leyes, declarando parques naturales y zonas de preservación a varios sitios en nuestro territorio, por la diversidad y alto valor de vida natural que contienen, pero al influjo del capitalismo o ultra capitalismo populista una de estas reservas ha sido levantada, con el pretexto de atender a sus habitantes, cuando parece que los objetivos son otros.

El Vicepresidente del Estado Plurinacional ha expresado que eso de la preservación de la naturaleza es un invento de los gringos, del imperio, desnudando su pensamiento extractivista y explotador de la naturaleza, ya antes planteó la ampliación del territorio agrícola, a un millón de hectáreas.

Del discurso “pachamamista” del oficialismo, se ha pasado al asesinato de la madre tierra o ecocidio, que debería ser incorporado como delito grave por los asambleístas que están reformando el Código Penal.

El autor es abogado y politólogo.