Arremetida cocalera

Como ocurre con los peces, en la economía los grandes se comen a los chicos. Al menos eso es lo que se observa ahora, cuando los grandes empresarios (por sus ingresos) del Chapare se están comiendo a la competencia hecha de pequeños empresarios en varios sectores, incluso los ajenos a la coca y sus derivados.

La Federación de Productores de Agregados del Valle Bajo de Cochabamba (no alude a agregados militares, sino a áridos, como la arena o el ripio) denuncia que los cocaleros del Chapare han invadido su mercado y los están desplazando.

Denuncian un prodigio: ¡camioneros cocaleros llegan hasta Cochabamba, recorriendo 200 kilómetros, para vender agregados en menor precio del que se obtiene de los ríos del lugar! Por lo tanto, los del Valle Bajo han decidido suspender sus actividades en espera de que alguien los ayude.

Un poder económico gigantesco los está empujando a la quiebra. Ellos, que vivieron de esa actividad, deben ahora abandonarla porque han aparecido estos competidores millonarios.

Los camioneros de Santa Cruz vienen denunciando lo mismo desde hace tres años, pero han comprobado que no existe una autoridad capaz de definir quiénes juegan limpio y quiénes limpio. Quiénes venden ripio muy bien lavado, en todos los sentidos, y quiénes se dedican a la actividad legal.

Productores de arroz de Yapacaní denunciaron que empresas comerciales vinculadas al Chapare invadieron el mercado con arroz brasileño muy barato, hasta que los cultivos de la zona quebraron. Eran los últimos puntales de la resistencia arrocera en la zona. Al irse dejaron el terreno a los empresarios vinculados con la coca.

Mientras los cocaleros del Chapare dan esta arremetida, barriendo a empresarios de varias actividades, los cocaleros de Yungas ven cómo se les va reduciendo sus derechos, como ha denunciado Adepcoca.

Los cocaleros recién legalizados por la nueva ley de la coca pisan ahora muy fuerte y están decididos a devolver agravios a los de Yungas, que siempre los miraron con desprecio, porque eran ilegales. Ya saben los cocaleros de Yungas: si quieres imponerte, debes tomar el poder.

El problema es el futuro de las actividades legales del país. Si este poder económico gigantesco va a ir copando y acaparando todo, ¿qué se puede hacer? ¿Quién podrá defendernos?

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