La noticia de perfil
Mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo al comprobar que la mayoría de mis amistades había nacido en Cochabamba, a los que habría que sumar los oriundos de Santa Cruz y el Beni, se interesó por saber algo más de mis amigos cambas en vista de la proximidad a su fiesta cívica, a lo que respondí poniendo la mano en el corazón. Ese personaje, sin duda, se llamaba Oswaldo Monasterios Áñez, un camba emprendedor que intuitivamente sabía mejor que nadie cómo reconocer a un colla entre centenares de pasajeros que bajaban de un avión, con tan sólo observar su manera de caminar, mirar el paisaje y luego trasladarse a los registros aduaneros del aeropuerto.
Todo comenzó cuando la vida caprichosa me hizo saber un día que yo había sido designado Ministro Consejero en Madrid, para “aconsejar” a un diplomático novel. Fue cuando Oswaldo Monasterios había sido nombrado Embajador de Bolivia en España, o sea que él era primerizo en esta actividad y yo recién iniciado en el difícil arte de aconsejar a un ciudadano cruceño que las sabía todas y más… sobre cómo representar a un pueblo como el nuestro.
Esta innata ciencia de conocer a las personas con solo mirarlas es un don muy propio de los cruceños, pues los collas somos más alambicados, por no decir desconfiados, o reservados, o por último… ucu-runas. Oswaldo y los pocos amigos cambas que tengo me acercaron mucho más a ese pueblo que trabaja cuando debe trabajar y se divierte cuando tiene de bailar, y no como otros conglomerados sociales que “trabajan como burros y se divierten de la misma manera”, arte muy difícil de obtener.
La magia inteligente de Monasterios hizo que en Madrid se formara una gabinete de primera clase alrededor de ese camba intuitivo y que causaría envidia a muchos Jefes de Misión, pues estuvo formado por ciudadanos bolivianos como Guillermo Zalles, Jaime Berdecio, Alfonso Tellería, alias el Abate y este columnista, que tuvo que aprender las costumbres y las buenas maneras de un diplomático en la Corte de un Rey, sentado al lado de un caudillo muy controversial, que estuvo muchos años gobernando España.
El arte que practicaba Monasterios me fue mostrado un día en el que acompañé al embajador a recibir a un importante personaje al que nunca había visto, un magistrado colla, a quien Monasterios reconoció inmediatamente… diciéndome: “ese collita que acaba de bajar del avión, es el magistrado al que hemos venido a recibir…”. Quedé absorto ante la clarividencia de mi embajador para reconocer a un colla.
A partir de entonces creció mi admiración por este camba, cuya misión también lo llevó a fundar el Banco Ganadero, que hoy es dirigido por uno de sus hijos.
Mi comadre cochabambina nacida en Quillacollo quedó impresionada con la descripción en pocas líneas de mi “amigo camba”, a quien recordaré por sus dones de bonhomía, siempre matizados por una risa franca y abierta. Al recordar a Oswaldo Monasterios envió un abrazo cordial a todos mis amigos cambas.
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