Augusto Vera Riveros
Cuando el 11 de septiembre, día en que se produjo quizá el más letal de los atentados a los Estados Unidos de América, que supuso además de la pérdida de miles de vidas inocentes y millones de dólares, fue la evidencia también de que sus sistemas de control no eran como los que hasta entonces presumían. A partir de ahí, especialmente los países occidentales del primer mundo tomaron conciencia del peligro que representaba Al-Qhaeda y todo otro grupo islámico fundamentalista.
¿Promueve o alienta el Corán prácticas terroristas o violentas? Pues quienes han leído el Libro sagrado del Islam (yo lo hice) debieron darse cuenta de que la revelación del Ángel Gabriel al profeta Mahoma, no contiene ni una sola aleya que pueda estimular la violencia y mucho menos el asesinato; por el contrario, se asienta en un modelo social volcado sobre todo a los más débiles, los necesitados y los indefensos. Todavía más, Mahoma no atribuye al libro de su autoría por inspiración de Alá, exclusividad de la revelación de Dios, pregonando un respeto por las diferentes confesiones, aun por la judía, de la que tradicionalmente y desde hace varios siglos son enemigos; enemistad que va más allá de la religiosa, sino también racial. “En verdad los creyentes y los judíos, los cristianos y los sabeos, quienes crean en Dios y en el último Día y actúan rectamente, tendrán su recompensa junto a su Señor; No tendrán que temer y no estarán tristes” (2:62).
El profeta Mahoma, a decir del Libro sagrado musulmán, es descendiente de Abraham, patriarca al que los cristianos católicos reconocemos como el padre de la fe.
Por otra parte, no hay duda de que los Yihadistas de las últimas décadas, basándose en superficiales conocimientos de las tradiciones, justifican prácticas no menos que brutales, como cortar las cabezas de sus prisioneros, o el sometimiento sexual o escarnecedor de las infelices mujeres que caen en sus criminales manos, lo que denota una lectura perversa del Islam y una violación grotesca del derecho internacional humanitario.
La fe católica que profesa el autor de estas líneas, no puede ofuscar sus convicciones para denostar un texto como es el inspirado a Mahoma, para ver en él, como la fuente de los crímenes que en su nombre cometen varios segmentos de la religión musulmana. El Estado Islámico no es otra cosa que un grupo desorientado en su propia fe, que busca implantar, inicialmente, el Islam en todo el mundo antiguamente bajo influencia árabe en primer término, es decir, medio oriente, norte de África, la península ibérica y el sudeste de Europa, y abarcar el occidente para imponer su credo posteriormente, como ya viene ocurriendo en algunos países de Europa, como Francia y el Reino Unido.
Los militantes del ISIS, arrasan brutalmente por donde se proponen hacerlo. Crucifixiones y ejecuciones cotidianas a cristianos, periodistas, civiles y a sus mismas mujeres que tienen el descuido de que su nicab deje algunos milímetros de piel desnuda.
Los Yihadistas que controlan buena parte de los territorios de Irak y Siria, con aproximadamente 50.000 milicianos activos, no siempre voluntarios, incluyendo varios occidentales, 8.000.000 de personas bajo su control, y unos USD 2.000.000 millones en efectivo, provenientes de saqueos, asaltos de bancos, narcotráfico y el petróleo de las áreas geográficas bajo su control, hacen una interpretación extremista del Islam que les hace pensar que son los únicos creyentes verdaderos y que el resto del mundo quiere destruir su religión.
El autor es jurista y escritor.
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