Defensor errático, aparición y desmentido

Desde las acusaciones de haber sido garante del ingreso de los “Ponchos Rojos” a la localidad de Achacachi, pero derivada en saqueos y atentados contra las propiedades, el defensor del Pueblo, David Tezanos Pinto, obligado por ello a un prologado silencio, reapareció en una conferencia de prensa de tonos dramáticos para denunciar que Modesto Clares, dirigente de los Ponchos Rojos, se encontraba como rehén de los bloqueadores del camino a Copacabana, además de haber sido torturado. El Defensor matizó en sentido de que Clares fue tomado de rehén en El Alto, entre las 13 y las 14 horas del 12 día de los corrientes.

Esa versión, sobre la base de simples rumores, hizo tropezar con una precipitación al ministro de Gobierno, Carlos Romero, al ratificar la denuncia de Tezanos Pinto, inesperadamente casi en simultáneo con la aparición del supuesto secuestrado, quien afirmó que voluntariamente y en su condición de Secretario de los Ponchos Rojos, acudió al lugar del bloqueo carretero con el fin de lograr un arreglo al conflicto que lleva más de tres semanas de duración. Dicha aparición se registra en un video en las redes sociales. La ratificación del Ministro se produjo nada menos que a la salida de una sesión de Gabinete que, se supone, cuenta con informes de primera mano.

Sin embargo, el titular de Gobierno reiteró la denuncia de secuestro sin proporcionar nuevos datos, anunciando al mismo tiempo la instauración de acciones penales contra Felipe Quispe, el Mallku, y los que a sus órdenes dirigen los bloqueos. En su falta de toma de decisiones, el Gobierno aplica al conflicto la estrategia del cansancio. Mediante ese recurso el Gobierno juega a derrotar al rival aymara de don Evo Morales -también su aliado de otros tiempos-. Por su parte, este aventajado estratega altiplánico se apresta a dar “la madre de las batallas”, rehabilitando su liderato y, tanto mejor, si logra vencer a su todopoderoso rival.

Lamentable sería que tan expectante disputa se salde con muertes y -en medio de sus peligros- sea portadora de días aciagos para todo el país, drama que nadie tiene el derecho de ocasionar por ningún motivo. Para evitarlo no se ve otra salida que no sea la solución política, más allá de las arrogancias y del oportunismo administrativo ortodoxo en el que se escuda el Gobierno.

No somos los únicos ni los primeros en decirlo, el presidente Evo Morales tiene el deber de exigir su renuncia al alcalde Edgar Ramos o, en otros términos, retirarle el apoyo político que lo sostiene hasta ahora. Es así como le corresponde actuar a cualquier Gobierno responsable en previsión de males mayores, cada día más próximos en el conflicto de Achacachi. Bastantes daños, privaciones y sacrificios contemplamos ya alrededor de esta disputa, que parece definirse en términos personales y de rivalidades de liderazgo.