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El camino para que el presidente Evo Morales pueda aplicar el principio del “se le mete nomás” en busca de permanecer en el gobierno se ha vuelto más empinado. Estos días han surgido barreras que parecen haber colocado ese sendero muy próximo a una posición vertical. Su estrategia, dicen los observadores, puede continuar de manera impredecible o rectificar hacia un retiro elegante. Nada indica que, de inmediato, el mandatario vaya a renunciar a su intento tri-reeleccionista.
En menos de dos semanas han aterrizado en el escenario político nacional dos factores que deben haber sacudido sus planes. Primero ocurrió el manifiesto ciudadano Agenda del 21F (por el referéndum de febrero del año pasado, cuando la mayoría dijo No al propósito de reformar la constitución para permitir al presidente ser candidato por enésima vez.) A poco vino el ingreso de Jaime Paz Zamora a la arena con el mismo propósito de la A21F y fijó como punto de ruptura oponerse a la construcción de una carretera por el Tipnis que no repara en las secuelas ambientales del proyecto ni en el buen vivir de los habitantes de la zona.
La A21F reiteró también sin ambages una posición ciudadana generalizada contra el plan carretero del gobierno que, por ahora, regresó otra vez al congelador. El gobierno calibró la avalancha que representaba haber quitado la intangibilidad al territorio cuando, el 9 de agosto, los legisladores oficialistas revirtieron la decisión que ellos mismos habían tomado seis años antes, y lo dejaron legalmente inerme. Entonces, el presidente Morales declaró que la obra dormiría sin plazo porque no había recursos para construirla.
Que no había más financiamiento externo era algo que ya se sabía cuando los legisladores desnudaron al Tipnis de protección legal. De manera que el “no hay dinero” equivalió a reconocer que hay una corriente mayoritaria opuesta a su plan, visto más que como una vía de infraestructura para unir los dos departamentos, como un claro favorecimiento a la expansión de las áreas cocaleras del Chapare, que el presidente había prometido facilitar. Aquí yace el punto de fricción inevitable, pues nadie en el gobierno se ha atrevido a desmentir los estudios que dicen que hasta el 90 por ciento de la coca chapareña tiene un fin ilícito. Léase narcotráfico.
La A21F expresó un compendio de ideas y sentimientos que han estado a flote en el ambiente y tiene la virtud de expresarlos de manera resumida y clara. En contenido y propósitos, es el mismo movimiento que recorrió el país con la meta de parar la tentativa multi-reeleccionista del presidente Morales y culminó a principios del año pasado. El éxito fue contundente y al principio reconocido, pero el gobierno, en una confirmación de que regímenes de su naturaleza tienden a no irse del gobierno si no son arrancados de él, decidió buscar otras maneras de contornar el muro anti re-re-re-releccionista que se levantó. Igual que Nicolás Maduro, quien, arrinconado por una asamblea legislativa mayoritaria, inventó una constituyente de miembros escogidos a dedo con la que pretende gobernar.
Concebido en media docena de páginas, el documento con el que la A21F ingresó al escenario político expuso su objetivo principal: “la transición del Estado autoritario y corporativo actual hacia un estado democrático que garantice los derechos de las personas, de los pueblos y de la naturaleza”, al que agregó una advertencia: “Puesto que no hay viabilidad jurídica ni política para los planes de perpetuación de Evo Morales en el poder, las organizaciones de oposición y el propio MAS (el partido de gobierno) deben prepararse para un nuevo proceso de transición”.
De inmediato, el presidente no dio oídos a la advertencia, que sonó como un consejo de sobria firmeza para evitar mayores tribulaciones al país. Este fin de semana estaba de viaje, acompañado de docenas de militantes de su partido, rumbo a Caracas, para rendir apoyo a Maduro, el gobernante más impopular del continente, de quien el mismo conglomerado ciudadano le había sugerido un alejamiento profiláctico.
Paz Zamora, aún empeñado en obtener reconocimiento legal para su partido, ahora bajo el nombre de Unidad 21F MIR, mostró otra punta afilada de la que Morales deberá cuidarse mucho. Jefe de una organización que luchó contra dictaduras y que tiene estructuras en casi todo el país, Paz Zamora se pone al frente de Morales determinado a combatir los nuevos intentos prorroguistas del mandatario. La última semana, estuvo casi todos los días atacando al régimen y condenando el plan carretero por el Tipnis, bajo cuya presidencia ganó el carácter doble de parque nacional y territorio indígena.
Hasta hace solo unos meses, el cielo de Evo Morales parecía más o menos despejado. Ahora las nubes se le han oscurecido y anuncian tiempos de tormentas.
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