Los retos de la alternabilidad

Los últimos días han estado marcados por cierta inquietud de líderes y grupos que se aprestan a participar en las próximas elecciones presidenciales del año 1919. Los firmantes de la Agenda 21F, Jaime Paz con su partido “Unidad 21F Mir” y el Sr. Román Loayza, invocan a su modo su representación en nombre de los descontentos e indignados frente a los afanes prorroguistas del MAS. Por su parte el oficialismo no ha cesado su intensa campaña por mantener su popularidad con evidente tinte electoralista, sin menguar su insistencia en la necesidad de la re-re-reelección de su caudillo.

En un momento tan inquietante se hace inevitable llamar la atención sobre las implicaciones ideológicas de aquellas manifestaciones, de continuidades y discontinuidades en la liquidación de los resabios coloniales de nuestra sociedad.

El abandono del proceso de descolonización, el agotamiento de la cosecha del gas, el endeudamiento del país y el giro autoritario del gobierno del MAS, son signos inequívocos del agotamiento del “socialismo comunitario” en función de poder. El actual modelo de gestión que ni es socialista ni es comunitario arrastra a Bolivia a una crisis irremediable.

Ningún proyecto político alternativo al MAS puede ignorar el empoderamiento indígena en la política. El “socialismo comunitario” ha tenido que renunciar a su estrategia revolucionaria para acceder al poder con el voto indígena, el mismo que le dio el poder al MNR con más del 80% de votos durante la “revolución nacional”.

El nuevo contexto político ha sido creado por la participación popular, cuyo hito democratizador ha sido frenado por el centralismo y su falta de voluntad política para llevar a buen término el “pacto Social”, como mecanismo de fortalecimiento del régimen autonómico.

La nueva opción sólo puede encontrar su viabilidad en el cauce descolonizador abierto por la lucha indígena, porque en ella coinciden la tradición comunitaria y los mecanismos democráticos de occidente en la deliberación y la toma de decisiones.

La clase media que se recicla en las nuevas formas del colonialismo interno, al no asumir la naturaleza pluricultural de la sociedad boliviana también ignora sus raíces culturales.

Nuestras comunidades indígenas de tierras bajas y su hábitat, TCOs, tienen derechos reconocidos por convenios internacionales suscritos por Bolivia y por mecanismos como la Consulta Previa, que el actual gobierno no los ha garantizado, por el contrario, ha hecho un frente común con los extractivistas.

Finalmente, dos temas ineludibles tienen un peso enorme sobre la política boliviana y en la lucha por el poder: la reivindicación marítima y el narcotráfico. El primero ha sido una constante en la política internacional de Bolivia, pero con escasos resultados debido a las debilidades de la diplomacia boliviana. El narcotráfico ha cobrado relevancia por su efecto distorsionador de la economía nacional y el crecimiento de la producción de la coca excedentaria, cuya rentabilidad excede con creces a otros productos, por su articulación con el mercado ilegal de estupefacientes de alcance mundial.

Como se podrá advertir, los temas señalados no se explican por su sola enunciación, razón por la que esperamos abordarlos con más amplitud en el futuro.