Clepsidra
Utilizando el hemiciclo congresal como escenario y, como si se tratase de una obra de teatro bufa, inspirada en los pasajes bíblicos del Génesis sobre el fin de Sodoma y Gomorra, el diputado opositor Amílcar Barral, en el papel del patriarca Abraham intercediendo por los justos de la ciudad corrupta, desafió al ministro de Desarrollo Productivo, Eugenio Rojas, fiel devoto de San Roque tras la degollina de canes que éste protagonizó en Achacachi, a cambio de presentar renuncia a su curul, si éste le mostraba al menos 30 parlamentarios, del más de un centenar que integra la brigada oficialista, en poder de celulares de la empresa Quipus, que actualmente regenta el canicida.
Al igual que en la componenda bíblica, la demanda de móviles fue rebajando hasta cinco únicamente y, ante el estupor de los congresales, ni esa exigua cantidad fue posible demostrar, ya que ni el propio “dignatario” poseía uno y, por el contrario, hacía gala de usar un Samsung Galaxy X7 japonés. Es más, de acuerdo con lo dicho por Barral: “en la Cámara de Diputados nos entregan celulares marca Huawei y en el Senado tienen iPhone, lo que significa que no se apoya a la producción nacional, por tratarse de equipos de muy baja calidad”.
Broma o no, este sainete demuestra la flagrante impostura de que somos víctimas los bolivianos con las llamadas empresas estatales que se viene creando a lo largo y ancho de nuestra tan extrañada república de Bolivia, al fragor de la irresponsable retórica demagógica y el derroche de los caudales públicos.
Sin mostrar siquiera un ápice de sonrojo, el Ministro de marras reconoció que la empresa Quipus tiene en el momento, entre celulares y computadoras, más de 46.000 equipos que no ha logrado comercializar en el mercado nacional, empero, ya está en proceso un lote adicional de 138.000 equipos.
¿Sera posible semejante desfachatez? Sumando a esos equipos que están en fase de desarrollo aquellos que quedaron en rezago, según los interpelantes, significan una pérdida de 84 millones de bolivianos para el Estado, con lo que estaríamos hablando de casi 200.000 unidades destinadas a llenar ese maléfico Pozo Airón.
A la luz de lo expuesto, debemos estar preocupados y conscientes por esas pérdidas millonarias, ya que la inversión realizada hasta el momento en este elefante blanco fue de Bs 500 millones en sus tres años de funcionamiento, y ha arrojado una ganancia de apenas Bs 5 millones, sin tomar en cuenta los gastos anuales que ascienden a Bs 20 millones en sueldos y otros expendios.
Frente a este lúgubre cuadro empresarial expuesto por el Ministro achacacheño, los asambleístas interpelantes suponen que la empresa Quipus correrá la misma suerte de Enatex, Karachipampa, Cartonbol, y otras, como la recientemente inaugurada planta de Urea, sin vías de acceso y sin combustible para su funcionamiento, constituyéndose una vez más, en otro agujero negro masista.
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