Legítima reivindicación paceña
No hay duda que la injusticia socioeconómica más intolerable se ha cometido y comete contra del departamento de La Paz. Nos referimos al Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH), creado por la Ley 3.058 de 17 de mayo de 2005, impuesto del cual nuestro departamento percibe la cuota más baja. Anonada que un pueblo rebelde y hasta indómito como el paceño permanezca sin crisparse ante tan grave atentado. Como toda decisión, es obvio que este tema sea precedido de una adecuada reflexión, pero en orden a que se haga justicia.
Como es conocido, estos recursos se dividen en regalías para los departamentos productores y el saldo se distribuye a distintos beneficiarios. Las regalías se dividen así: 11% para los departamentos productores; 1% para los departamentos de Beni y Pando y 6% para el Tesoro General. Tiene características de tabú el destino del resto.
Por otra parte, la Ley 3.058 establece el 4% del IDH a la producción efectuada en los yacimientos ubicados en el departamento respectivo, 2% para cada departamento no productor, dejando al Poder Ejecutivo la distribución del saldo a varios estamentos e instituciones. En ese sentido, el DS 28.421 de 21/10/2005 reparte a las gobernaciones el 56.90%; a los municipios el 34.48% y a las universidades el 8.62%. Esta disposición emanó de un Gobierno anterior al MAS.
La flamante Administración masista mediante DS 29.322 de 24/10/2007 invirtió la proporción distributiva, favoreciendo a los municipios con el 66.99%, en claro detrimento de las gobernaciones con sólo el 24.39%, manteniendo para las universidades el 8.62%. Como importantes gobernaciones eran controladas por la oposición -Santa Cruz y La Paz entre otras- Evo Morales las castigó rebajándoles en tres terceras partes su cuantum participativo, favoreciendo de esta suerte a los municipios.
El DS 29.322 desconoce la densidad poblacional, que es el criterio racional elemental que determina básica y fundamentalmente el destino de los impuestos, aplicando la extraviada fórmula de dividir los ingresos del IDH entre los 9 departamentos en partes iguales. Los departamentos más densamente poblados del país (La Paz, Santa Cruz y Cochabamba) resultan perjudicados, pero en especial La Paz, por cuanto los otros dos cuentan con beneficios adicionales en función de productores. En resumen, La Paz jugando de “cenicienta” del IDH, debe atender las necesidades básicas de salud, educación, vinculación, etc., de una población de casi 2 millones de habitantes con exiguos recursos.
No es verdad que tan deplorable y discriminatoria asignación derive de una ley del Órgano Legislativo, sino que la decide el Ejecutivo (el presidente y sus ministros), por consiguiente puede y debe ser revisado el citado DS con mentalidad justiciera, equitativa y de proporcionalidad. La modificación, contemplando la densidad poblacional, no es cosa del otro mundo sino que está en manos del Órgano Ejecutivo. Es decir, en resumen, depende de la voluntad del presidente Evo Morales, conforme al aforismo “si quiere el rey, quiere la ley”, de tan evidente realidad hoy más que nunca. Sin embargo, siempre será y es censurable que los legisladores, asambleístas, etc. -oficialistas y opositores- de entonces cayendo en el vergonzante papel de cómplices, no hubieran tenido la entereza de alzar sus voces y velar por los intereses de la población paceña, quebrando el asfixiante dogal de tan desastrosa distribución.
La Fundación Milenio ha establecido que, por ejemplo, la presente gestión 2017 sólo adjudicó a la gobernación de La Paz el 9,7% del total percibido por el resto de los departamentos de esa renta de marras. Ante esta dramática situación y por causa de subsistencia, se debe volcar todo el potencial de movilización y protesta del pueblo paceño –urbano y provincial- en procura de esta vital reivindicación, obrando más allá de la fama rebelde de la que tanto nos ufanamos, para convertirla en acción realizadora de esta reivindicación, o segunda, o tercera emancipación del pueblo paceño. Debemos aprovechar la institucionalización fáctica de las presiones, marchas, bloqueos, etc., como varita mágica capaz de lograr cualquier género de logros. Esta no sólo será la lucha por la subsistencia presente, sino y sobre todo, por las generaciones venideras de esta tierra a la que nos debemos y de la cual somos responsables.
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