Boris Gustavo Arias Pizarro
A lo largo de mi formación como abogado, en lo más profundo de mí ser siempre me cuestionaba: ¿qué es la justicia? Y si está al alcance del ser humano este concepto tan bondadoso e imparcial, que grandes pensadores y gurús del derecho lo establecieron como una ciencia social y arte, como principios rectores y filosóficos de vida para los hombres. Pero este término solo es eso, un parafraseo de palabras y de buenas intenciones en su significado lato. Para nosotros los seres humanos son solo palabras, sin vida y sin espíritu, que están lejos de nuestro entendimiento y capacidad de comprensión, pues somos seres mezquinos y angurrientos de poder, de dinero, que no viendo la realidad fáctica de nuestra sociedad, a lo único que apuntamos es a lucrar, a explotar los sentimientos de la gente, a traficar la justicia, a comercializarla, a venderla y otros a comprarla.
De jueces, fiscales y abogados -con doctorados, con maestrías, con cursos de DAE, y demás conocimientos adquiridos o comprados-, nada bueno se puede advertir, cuando en estrados judiciales vemos el constante sufrimiento de los litigantes. Pero la pregunta sigue en pie: ¿qué es la justicia? ¿Qué es la justicia para la victima? ¿Qué es la justicia para el imputado por la comisión de un delito? ¿Cómo concibe la justicia a la familia de la víctima y la sociedad en pleno? ¿Cómo concibe la justicia a la familia del imputado por la comisión de un delito? ¿Cómo conciben la justicia el abogado defensor, el abogado querellante, el fiscal, el juez y el policía investigador? O estos solo verán el interés pecuniario, la ganancia, el rédito económico y la ventaja que pueden sacar del litigio en marcha, es decir que cada uno los mencionados tiene un diferente concepto de lo que es la justicia, de acuerdo con sus intereses y necesidades.
Hasta hoy es sorprendente que no nos demos cuenta que la concepción de justicia es una variable de diferentes interpretaciones, es un término filosófico que está lejos del alcance del ser humano y que éste no tiene la capacidad de impartirlo en la sociedad, de dictar sentencias, de dictar resoluciones de detención preventiva, de dictar resoluciones de cesación a la detención preventiva, absoluciones, sobreseimientos, rechazos y demás, porque éste sucumbe ante intereses pecuniarios individualistas. Responde a una manipulación, en otros casos, de intereses políticos y se subordina a sus intereses propios, con el único fin de acrecentar su peculio a costa de lo que sea, sin importar a quien lastime, a quien condene, o a quien libere, porque su formación y su capacidad solo tienen el interés de llenarse de caudales económicos y acrecentar sus cuentas bancarias.
No son todos, son algunos, dirán, pero parece que el clamor popular señala que son la mayoría. Demás está decir que nuestros jueces, fiscales y abogados, con trajes importados, con perfumes de los más caros, con lentes que resaltan la mirada dura y seria de la soberbia, del embebido en sus aires de grandeza, según ellos están caminando entre las nubes, viendo de arriba para abajo, con desdén, mirando por sobre el hombro al pueblo. Éstos son dueños de nuestro destino, de nuestra vida, de nuestras alegrías y tristezas.
La Justicia es una fantasía, una ficción, es solo un sueño para nosotros los seres humanos, que vemos con admiración los procesos penales, civiles y de otra índole, como existen en pleno Siglo XXI abogados que defienden causas innobles, que existen abogados que prostituyen el estado de derecho y la ley, que en vez de aplicar la sana crítica y la jurisprudencia, trafican con la justicia y en vez de plantear argumentos jurídicos y lógicos para armar una defensa, éstos tengan que comprar la justicia y los jueces y fiscales tengan que venderla.
Bueno, no podemos tapar esta cruda realidad con más sofismas, con falacias. “Id nullius in terra venimus, quoniam non est iudicium, hoc est somnium homo”, es decir “estamos en tierra de nadie, porque no hay justicia, ésta es solo un sueño para el hombre”.
El autor es abogado penalista UMSA.
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