Los habitantes de Puerto Rico hacen largas filas para acceder a escasos suministros de gas y diésel; además, la isla no cuenta con energía eléctrica, una semana después de que el huracán María la golpeara.
A medida que Puerto Rico se enfrenta a la falta de combustible, agua y suministros médicos tras el paso del fenómeno climático, se ve obligado a presionar a la administración Trump para levantar una medida sobre los buques extranjeros que suministran alimentos desde Estados Unidos.
El presidente Donald Trump dijo en un discurso de ayer que viajará la próxima semana a la isla para “garantizar la ayuda”, y felicitó el trabajo de FEMA.
El gobernador de la isla, Ricardo Roselló, está esperando que el gobierno federal renuncie temporalmente a la Ley Jones, que exige que todas las mercancías embarcadas entre los puertos de los Estados Unidos, sean transportadas por barcos de propiedad y operación estadounidense.