[Aldo Luna]

Pacto fiscal para el pueblo


Desde los inicios de la República, los gobiernos han actuado con política y economía centralista. Los recursos que generan las regiones tienen que beneficiar a las mayorías o sectores más pobres. Lo que produce Bolivia debe ser para todos los ciudadanos que lo necesiten y eso significa fondos económicos que refuercen a las gobernaciones, aplicando el pacto fiscal, modalidad económica para sostener servicios públicos básicos. Así la autonomía de cada región se fortalece, porque se empieza a usar fondos departamentales para la realización de diversas obras y proyectos de beneficio colectivo.

Entienda bien el gobierno, el centralismo ya no es aceptado por las regiones, hay resistencia y la ciudadanía está decidida a vivir con lo que tiene y produce la región, pues está cansada de depender cada año del presupuesto general. Téngase claro que el pacto fiscal es la garantía para el desarrollo de la autonomía regional, la descentralización de los recursos económicos, y la de tipo administrativo.

El oficialismo tiene que darse cuenta de que ya es hora de ponerse de acuerdo sobre la aplicación de la autonomía de las regiones. No más gobierno centralista, se debe ir a la desconcentración y así ser fuertes, como partes del Estado boliviano. Para ello se tiene que desconcentrar las finanzas y recaudaciones del Estado. Este tipo de organización financiera, con el pacto fiscal, permitirá a los departamentos o regiones desenvolverse con reglas claras del juego financiero.

La estrategia de desarrollo tiene que ser prioridad en todo nivel territorial. Por estas consideraciones, se magnifica la autonomía de las regiones y su aplicación por el hombre boliviano, que es responsable de la puesta en marcha del pacto fiscal, única forma de progreso, porque así los ingresos económicos se atienen a la producción.

Los habitantes de nuestro departamento en el referéndum del 6 de diciembre de 2009 dieron sus votos para que La Paz sea autónoma, con sus 20 provincias. El mayor anhelo de las regiones es salir del centralismo gubernamental.

Es hora de que las regiones vivan de lo que producen y ello significa trabajo tesonero para satisfacer necesidades, lo que significa en parte un gran alivio en el presupuesto general. Actualmente los gobiernos centralistas tienen dificultades para equilibrar gastos y presupuestos de Estado, por estrechez económica para proyectos y desarrollo. Generalmente con el modelo económico centralista las condiciones de sobrevivencia financiera son difíciles, porque son muchas las necesidades y pocas las posibilidades para solucionar los déficits en presupuestos con fondos limitados.

Bolivia necesita profundizar políticas económicas para fomentar la producción. La falta de fluidez económica ha afectado a las gobernaciones, donde había presupuesto solo para haberes administrativos y poco para obras de infraestructura, lo que es grande perjuicio para la comunidad.

El autor es Profesor Emérito y ex-autoridad de la UMSA.

 
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