Jóvenes indocumentados en EEUU en peligro

Desde los inicios de su campaña para alcanzar la Presidencia de los Estados Unidos, el señor Donald Trump anunció medidas que efectivamente trastrocarían la vida en su país; logrado el poder supremo, ya puso en práctica varias medidas que efectivamente no solamente han preocupado a su mismo pueblo sino que han convulsionado muchos de los convenios y tratados firmados por el país del norte con diferentes naciones del mundo y una prueba de ello es haber retirado a su país de los Convenios de París sobre cuidado del medio ambiente.

Lo último está referido a la situación de jóvenes latinoamericanos que, amparados en disposiciones dictadas por el anterior gobierno, como es “respetar la situación de indocumentados y facilitarles los medios para que logren integrarse plenamente a la vida estadounidense alcanzando la legalidad respectiva” tendría su fin en un plazo máximo de seis meses. El anuncio causó preocupación y angustia en más o menos 800 mil jóvenes que viven en el país del norte, jóvenes que estudian, trabajan y ya conforman grupos conjuntamente jóvenes norteamericanos y están en plenos trámites para el logro de la residencia definitiva. El anuncio ha causado conmoción y angustia en familias de esos jóvenes y han surgido protestas en muchas ciudades, pidiendo que la medida sea revocada porque es atentatoria contra derechos ya comprometidos a su favor.

Todo muestra que el caso no encontraría eco en las políticas del Presidente, que estaría impertérrito ante los reclamos, por mantener incólume la disposición que les permita ser parte definitiva del país. Como en muchos otros aspectos que han distorsionado la vida estadounidense por las políticas republicanas aplicadas desde la Casa Blanca, hay preocupación en muchas instituciones, organizaciones de derechos humanos, en las referidas al medio ambiente y defensa de la naturaleza y del mismo pueblo que, desde siempre, está conformado por razas, religiones, costumbres, culturas y concurso de todos los países del orbe.

Jóvenes que se han hecho parte y contribuyen con su trabajo, que estudian para alcanzar una profesión que les permita mejorar su accionar y vida no pueden ser marginados de una vida que ya tenían asegurada con garantías que implicaban confianza y esperanza.

Dar por finalizados los principios y fines del programa DACA que ayudaba a jóvenes indocumentados es un atentado contra las mismas políticas de brazos abiertos y garantías a inmigrantes que ha hecho la grandeza del país del norte; es, innegablemente, un hecho que contraría los principios de Derechos Humanos que Estados Unidos fue el primero en proteger siempre.

Es de esperar que el gobierno de ese país recapacite sobre la medida y, en vez de hacerla efectiva, la amplíe en sus alcances y beneficios porque esa juventud amenazada es simplemente una garantía para el mismo país, porque son jóvenes con grandes méritos y capacidades que, de alguna manera, representan a sus países de origen.