La obra de Carlos Decker Molina
Por Alberto Zuazo
A Carlos Decker Molina lo conocí en Suecia hace varios años, cuando estaba como exiliado político, porque en ese tiempo, en Bolivia, era pecado mortal tener ideas políticas que no se conciliaran con las de los gobiernos que presumían ser democráticos.
Fue una experiencia gratísima, porque tuve la posibilidad de conocer a un periodista y escritor de excepcionales condiciones. Llevaba una vida sobria y serena. No era un amargado, a pesar de las vicisitudes que pasó, pero percibí cuánto dolor le causaba estar fuera de la patria, de la familia, de los amigos y de las costumbres que adquirió en Cochabamba y obviamente de su tierra natal, Oruro.
Tenía ideas sociales que se traducían en la política, pero no era un activista, simplemente ejercía el derecho de todo ser humano de tener sus propias ideas. Pese a ello, bastaba para que se lo considere un adversario político por quienes alegaban ser demócratas, aunque en el fondo no eran más que sus argucias para detentar el poder o si estaban a distancia de éste, eran sus aprovechadores.
Cuando en la región estaba vigente la represora “Operación Cóndor”, impuesta por militares adoctrinados con el fascismo, Carlos fue una de sus víctimas.
En Salta, Argentina, lo detuvieron e incluso lo torturaron y sometieron a un simulacro de fusilamiento. La primera vez que lo apresaron en Bolivia, lo sacaron de su casa cuando estaba almorzando, pero la segunda –de la que más recuerda– fue en un amanecer.
Ante el golpe militar que se produjo el 21 de agosto de 1971, por el que tomó la Presidencia el general Hugo Banzer, Carlos escapó al exilio, por la inminencia de la persecución que iba a sufrir, dirigiéndose a Chile, que, para peor, estaba bajo la dictadura del general Augusto Pinochet.
Llegó a Santiago pero sin pérdida de tiempo huyó hasta París. Después de otros trances por Europa, prefirió radicar en Suecia, donde reside hasta el presente. Se le concedió la nacionalidad sueca. En Bolivia se reconoce la doble nacionalidad.
El paso que dio, de salir al exilio en 1971, fue el comienzo de un largo y, a veces penoso deambular por tierras de Sudamérica y Europa, hasta que, finalmente, encontró algo así como “la tierra prometida”. Fue en Suecia donde experimentó el ejercicio pleno de los ideales de libertad y solidaridad.
Optó, entonces, por radicar en Estocolmo con su familia y al presente el tiene la doble nacionalidad boliviana y sueca.
Antes de esa su radicatoria, donde quiera que estuviera, siempre estaba en el ejercicio del periodismo, como que hasta ahora sigue siendo corresponsal de importantes medios de algunos países europeos y de países latinoamericanos. Por supuesto que también de bolivianos.
Fue corresponsal y enviado especial a los grandes acontecimientos europeos de las décadas pasadas, incluyendo la caída del “Muro de Berlín”, llamado así porque los soviéticos que habían extendido su influencia y poder a buena parte del viejo continente, encontraron en ese lugar el final de su pretensión de imponer el comunismo en el mundo.
Carlos se constituyó así en el periodista más privilegiado, porque estuvo presente en todos esos grandes sucesos, cubriendo los sucesos del día a día para cadenas y medios de prestigio en Europa.
Ante el relativo apaciguamiento político en el viejo continente, no depuso, empero, su vocación por escribir. De ese modo, pasó a ser escritor. Tiene ya escritos cinco libros, por tanto con “Carlos el lector”, llegan a seis.
Sus libros son muy expresivos en cuanto a la experiencia y virtudes que adquirió en estas tareas, pues tiene el suficiente dominio para producirlos y hacerlos novedosos y atractivos.
Dada la estrecha amistad que hemos cultivado durante muchos años, aunque por largos lapsos no siempre nos escribimos o compartimos nuestros afanes e inquietudes, acaba de llegarme por correo su último libro, que lleva el título de “Carlos el lector”.
El mismo guarda fidelidad con su dedicación de siempre. Lo editó en España y su contenido es una especie de añoranza de su vida en Bolivia, pero ofrece también pautas de lo mucho que viajó y de lo que lee sin tiempo ni pausa.
En el Índice se aprecia la diversidad de temas de aborda, que no sólo están dedicados a darle una secuencia única al libro, sino, por el contrario, muy variada, por lo que al lector se le ofrece cuanto quisiera leer y mucho más.
Su tercer capítulo, sobre “Qué es la lectura” es muy didáctico y por tanto remarcable. Tiene una referencia valiosa y digna de ser conocida.
Expresa: “Luego de 15 años de estudios, los neurólogos suecos Martin Ingvar y Karl Magnus Peterson, del Instituto Carolino, han concluido que los cerebros de los analfabetos y de los letrados se diferencian. Los primeros tienen dificultades para recibir información verbal y para comprender imágenes abstractas, en tanto que los letrados, gracias a la plasticidad del cerebro, la lectura desencadena cambios y ‘mejoran’ algunas funciones importantes del cerebro. De ahí surge la preocupación de los científicos por la pérdida de interés de los jóvenes en la lectura. Con la incorporación de los medios sociales, los cerebros de la juventud se están acostumbrando a leer textos cortos y fáciles, en perjuicio de la lectura de comprensión de textos más difíciles, pese a que ayudan al desarrollo del cerebro. La lectura es la expresión del milagro del lenguaje representado por signos, comparable con la percepción visual que recolecta imágenes que luego se convierten en palabras dichas o escritas”.
Portada de HOY |
Editorial |
Portada Deportes |
Caricatura |
1 Dólar: | 6.96 Bs. |
1 Euro: | 8.05 Bs. |
1 UFV: | 2.22024 Bs. |
Impunidad |