Un hombre le ofreció a su hija de doce años una propina si cortaba el césped del jardín. La muchacha puso sus manos a la obra con todo entusiasmo, y al anochecer había quedado perfectamente cortado todo el césped. . . a excepción de una de las esquinas del mismo.
Cuando el padre le dijo que no podía darle la propina convenida, porque no había cortado todo el césped, ella le replicó que no le importaba, pero que no cortaría aquel trozo de césped.
Intrigado por conocer el motivo, el padre se acercó a examinar el lugar en cuestión y vio que, justamente en el centro de la zona que había quedado sin cortar, había un enorme sapo. La muchacha había sentido demasiadda compasión como para atropellarlo con el cortacésped. De La oración de la rana - de Anthony de Mello.
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