Cuando se habla de una necesaria alternancia en la conducción del Estado, el MAS tiene una pregunta que le parece, irrebatible, genial: “¿Qué programa de gobierno tiene la oposición?”. Sin embargo, los opositores, por distintas vías, ya han anunciado qué es lo que harán cuando asuman el mando. Lo que sucede es que el MAS -que llegó al Palacio sin programa porque no creía obtener el poder- se forró con los ingresos del gas y al recibir una avalancha de millones de dólares no necesitó de un plan para gobernar, sino para gastar a manos llenas.
El gobernante que remplace a S.E. sabe perfectamente que lo primero que deberá hacer es cortar de raíz el gasto dispendioso. Y brindar seguridad jurídica y respeto a la Constitución, porque si la judicatura sigue siendo corrompida por el Gobierno todo seguirá pudriéndose y nadie tendrá confianza para invertir; ni nacionales ni extranjeros. Recién entonces se podrá ampliar la inversión en el ámbito de la producción no tradicional y no exclusivamente, como sucede hoy, en el “extractivismo”.
Con las potencialidades que tiene el país se abrirá un gran espacio para la creación de una auténtica industria nacional, que vaya mucho más allá de la falsa “industrialización” del MAS, que solo figura en las carísimas propagandas que son emitidas en los medios privados y del Estado. Crear esa industria nacional requiere, sin embargo, de un real control del contrabando y terminar con los cupos arbitrarios a las exportaciones, que es un castigo al productor. También garantizar la libre circulación, no permitiendo bloqueos diarios, además de frenar la ocupación abusiva de tierras saneadas en producción. Crear una industria nacional significa acabar de inmediato con las deficitarias empresas estatales levantadas por el MAS, que son insostenibles.
La autonomía ha sido recibida favorablemente en todo el territorio nacional, pero los que dicen gobernar “escuchando al pueblo”, la han relegado al extremo de que se les ha impuesto más obligaciones a las regiones, quitándoles recursos. Proceder a una justa redistribución de los ingresos fiscales a los departamentos haría impulsar un desarrollo regional -con salud y educación- cuando hay ansias y planes pero se carece de dinero.
Detener el narcotráfico empezando por reducir los cultivos de coca del Chapare y retirar al Gobierno del favorecimiento a éstos, podrá ser un buen inicio para el próximo Gobierno que deba instalarse cuando S.E. se vaya el año 2020 a hamacarse en Chimoré.
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