Iván Camarlinghi
Como todos conocen, el pasado 16 de agosto el senador Roger Pinto falleció en una clínica de Brasilia, luego de haber sobrevivido a un aparente “accidente” de aviación, cuando la pequeña avioneta que piloteaba cayó a pocos minutos de haber salido del Aeroclub de Luziania en Goias, Brasil, estrellándose en la cabeza de la pista.
El 2 de junio de 1980 una avioneta similar en que viajaban el candidato a la Vicepresidencia, Jaime Paz Zamora, el senador Abel Ayoroa y altos dirigentes de la UDP (Unidad Democrática y Popular) cayó a pocos minutos de haber despegado del aeropuerto de El Alto. Luego se estableció que la aeronave era propiedad del Cnl. Luis Arce Gómez y que alguien puso azúcar en el tanque de gasolina de la avioneta. El ex presidente Hernán Siles Zuazo salvó la vida por el fallecimiento de un familiar, a cuyo sepelio tuvo que asistir y Paz Zamora logró saltar de la avioneta en llamas, preservando la vida.
Aún no se ha informado sobre los resultados de las pesquisas después del accidente del 12 de agosto, a cargo de investigadores del 6to. Servicio Regional de Investigación y Prevención de Accidentes Aéreos de la Fuerza Aérea Brasileña (FAB). De acuerdo con la hija del malogrado senador, Denisse Pinto, los investigadores se llevaron el motor de la avioneta y solo manifestaron que el mismo al parecer “se detuvo en seco”, desconociéndose los motivos.
Al margen de las causas del accidente de la avioneta tripulada por Pinto, hay varios elementos a tomar en cuenta. En declaraciones a la prensa, las hijas de Pinto afirmaron que 15 días antes del accidente, un emisario del Gobierno boliviano visitó al senador para ofrecerle su retorno a Bolivia. Pinto no accedió a la petición, aunque tampoco se conoce los motivos del rechazo al ofrecimiento gubernamental. Se conoce que el senador deseaba fervientemente regresar al país.
Pinto nació en 1960 en Santa Rosa, Beni y desde joven, cuando era agricultor, dio muestras de capacidad para dirigir y asumir posiciones de liderazgo, honestidad y actitud insobornable contra el mal manejo de recursos del Estado. En 1997 fue elegido diputado por Acción Democrática Nacionalista (ADN) y posteriormente en 2002, 2006 y 2009 fue electo senador por Pando, encabezando la lista de Plan Progreso de Bolivia, Convergencia Nacional (PPB-CN).
En esa calidad, entregó documentos al presidente Morales en los que presentó pruebas de corrupción y vínculos del narcotráfico de algunos funcionarios. La reacción de las autoridades fue instruir la persecución a Pinto, iniciando 28 juicios por delitos que nunca fueron probados.
El 28 de mayo de 2012, viendo amenazada su vida, decidió ingresar a la Embajada de Brasil en La Paz y pedir asilo diplomático puesto que recibió amenazas. Se desató un huracán diplomático en el que las autoridades exigieron a Brasil expulsarlo de su sede, tratando de desconocer convenios internacionales suscritos por ambos países que avalaban su protección diplomática.
El gobierno de Bolivia negó el salvoconducto que correspondía conforme a la Convención Americana de Asilo Diplomático que fue respetada por gobiernos militares de Sudamérica, incluidos García Meza, Banzer, Videla y los dictadores brasileños.
Este hecho y los más de 450 días de encierro en la Embajada en precarias condiciones de salud y mentales, motivaron su salida del país en una fuga espectacular de 2 días y más de 1.600 kilómetros hasta la frontera en Puerto Suárez, con la ayuda del Encargado de Negocios, Ernesto Saboia, que sacó a Pinto de la embajada en dos coches con placas diplomáticas y resguardado por un puñado de agregados militares que eludieron todos los controles migratorios y policiales en las rutas troncales de Bolivia, con el más puro estilo de James Bond.
Saboia fue cesado en funciones y suspendido por 30 días, aunque meses después fue reincorporado a la Cancillería de Itamaraty, habiendo sido promovido al rango de embajador; en la actualidad es Jefe de Gabinete del canciller Aloysio Nunes. El funcionario que cooperó con la liberación de Pinto es considerado por sus colegas y las autoridades de la Cancillería como serio, dedicado y disciplinado, al igual que el ex Canciller patriota que fue removido por la presidenta Roussef por este “escándalo”, aunque luego fue nombrado Embajador en Roma, cargo en que está hasta el presente.
Pinto pasó un calvario mientras residió en Brasil, primero como huésped de su abogado Fernando Tiburcio y luego como residente de un condominio en Brasilia, en la que la gente que lo conoció guarda muy lindos recuerdos del senador por su calidad humana. No pudo rentar una casa por el temor a que alguien pudiera hacerle daño, razón por la que también tuvo que vivir solo, mientras su esposa e hijas se trasladaron a una casa en el estado de Acre, a miles de kilómetros en el noroeste de Brasil, cerca de la frontera con Bolivia y a pocos kilómetros de la ciudad de Cobija. El senador se dedicó a pilotear pequeñas aeronaves para sobrevivir y ofrecía paseos turísticos hasta en el litoral de Sao Paulo.
El también ex gobernador de Pando señaló muchas veces que se sentía muy bien acogido por todos los “hermanos brasileños” que trataron con él, pero sentía el vacío de la Patria, de verse exiliado, separado de su familia y de sus amigos, alejado de su querida nación. Nunca renunció a la idea de regresar a Bolivia y en una carta dirigida a la Revista Veja a principios de julio anunció su decisión de volver al país a consolidar una opción política para las elecciones de 2019, a pesar de las amenazas de encarcelarlo si se atrevía a retornar.
La muerte del senador Pinto es una gran pérdida para el país, dado que en la actualidad son pocos los que se atreven a denunciar actos ilegales en el Estado sin peligro para sus vidas y no hay márgenes para que prime la justicia en dichos casos. Pinto dio muestras de entereza y honestidad al buscar el asilo cuando vio comprometida su seguridad física y prefirió alejarse del país a perder la libertad o la vida. Conservó la primera, pero no pudo seguir con la segunda.
El senador ejerció diversos cargos con suma diligencia y amor a su Patria y a sus compatriotas. Al ser miembro del Senado se dedicó a peligrosas y tenebrosas investigaciones sobre corrupción y tráfico de drogas que lo llevaron al filo de la navaja. Su vida y su muerte son un paradigma de honestidad y patriotismo, hoy casi inexistentes en nuestras sociedades. Su ausencia es muy sentida.
El autor es periodista y diplomático.
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