Juan Bautista del C. Pabón Montiel
Burlar nuestro voto del 21 de febrero, cuando dijimos ¡NO!, a la reelección indefinida, tiene la seguridad de un total falta de respeto por la conciencia nacional y, por lo tanto, es la comisión de un delito de omisión.
Para dejarnos entender, debemos afirmar: la dictadura ya no se asoma, está entre nosotros para dar el último zarpazo a la democracia, con estas graves consecuencias:
1) Un vacío electoral y existencial por la cual la población mayoritaria de Bolivia no concurrirá a las dos elecciones: judiciales y posibles generales del año 2019.
2) El enfrentamiento en una posible guerra civil, porque tenemos la presunción de que el gobierno, para haber dado la “orden” para la reelección indefinida tiene que tener un plan, seguro de vencer fraudulentamente o en el campo del enfrenamiento: las fuerzas del Chapare, señores, ¡no están desarmadas! Tienen el poder de la droga y esto está respaldado por las armas y la condición de una republiqueta intocable. Ningún desmentido puede asomarse por lo menos a una fantasía o imaginación, señores, las pruebas abundan y el señor Evo Morales es el presidente perpetuo de los cocaleros.
3) La repercusión internacional tendrá sus efectos en la Corte Internacional de Justicia de la Haya, en el caso de nuestra demanda legítima: la ilegitimidad de un gobierno que pide justicia y a su vez atropella la Constitución de su país ¡no es paradoja! Es un hecho real, de un hombre y su partido que intentan apoderarse del gobierno indefinidamente. Por otro lado, el Secretario General de la Organización de Estados Americanos ha dado su palabra sobre el tema, perdiendo, por lo tanto, fuerza moral y jurídica nuestra demanda marítima.
El primer punto del comentario es gravísimo, porque por una vez más, el pueblo se quedaría en casa, para no votar y dejar un vacío de poder, insoluble, para cualquier acto de legitimidad jurídica gubernamental, señores. ¿Nos dejamos entender?
Es necesario insistir: ¡nunca funcionaron en la vida republicana las reelecciones! Todos los reelectos se fueron de dos maneras: por la fuerza de la razón o con un golpe de Estado, que sería la vuelta de los tanques que están extrañamente en sus cuarteles o habría un alzamiento popular. En estos días, sentiremos la fuerte presión interna e internacional sobre el espurio veredicto “judicial”.
Final: quizá hoy la ceguera gubernamental y partidaria no les permita ver los daños inmediatos y mediáticos para la nación, pero, amables lectores, ¡éstos serán funestos para el país!
Santa Cruz de la Sierra.
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