La noticia de perfil
Las autoridades de Salud declararon alerta nacional ante el incremento de casos de rabia en perros, no solo en el occidente boliviano sino en muchas regiones del país.
La mala noticia le fue comunicada a mi corresponsal en el Palacio Real de la plaza Murillo, quien se alarmó ante mi anuncio, manifestando que ella había podido advertir malos humores en círculos gubernamentales, los que se movilizaron inmediatamente para evitar que el terrible mal se propagase en ambientes selectos del entorno político, en una época muy delicada que precede a la imposición de la formula oficialista antes de las elecciones presidenciales del año 2019.
Como soy muy impresionable ante el anuncio de plagas y epidemias, comencé a sentir algunos síntomas propios del mal canino, como ser los signos de mal humor y cierta aversión al agua, junto a mi repentina simpatía por las pantorrillas de mi colaboradora periodística, quien me comunicó que también en el palacio se había adoptado algunas medidas para evitar el contagio de la rabia a funcionarios importantes del gobierno.
Siempre interesado por la suerte de algunas personas conocidas que emprendieron viaje rumbo a Washington, para buscar en la capital del imperio la absolución de sus medidas antidemocráticas, como ser la elección indefinida de la formula Evo-Álvaro. Mi corresponsal me informó que todos los personajes que viajaron a Estados Unidos fueron previamente vacunados contra el terrible mal de la rabia canina, para evitar transmitir ese flagelo a las máximas autoridades de la Organización de Estados Americanos y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde brillarán los representantes bolivianos que prefirieron organismos internacionales a instancias locales, para conseguir la aquiescencia a los argumentos que son el fundamento para una repostulación de Evo Morales.
Sin embargo, mi preocupación por la propagación del terrible mal fue más allá, pues sugerí a la cholita cochabambina que no estaría demás que ella aconsejará a los íntimos de Evo vacunarse contra la rabia canina, para evitar que ésta se convirtiera en una rabia incontrolable que llevara a los ministros y asambleístas de temperamento fuerte a morder a sus adversarios políticos.
Todas estas recomendaciones fueron formuladas a mi discípula periodística, quien me comprometió a divulgarlas entre los más cercanos colaboradores del Presidente Vitalicio.
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