Víctor Manuel Jemio Oropeza
Deleitado con dos artículos escritos por el Sr. Agustín Saavedra Weisse, que denotan el interés que este arte y ciencia despierta en profesionales de distintas ramas, me doy la licencia de incluir un modesto aporte que intenta evitar la deformación de la acepción del término, que percibo en la utilización de esta palabra, por parte de personas que no tienen el alto nivel educativo del Sr. Saavedra. El autor en su artículo de fecha 2 de septiembre, publicado por un periódico local, reconoce que “La estrategia no es fácil, pese a que el añejo arte de los generales evolucionó y se ha popularizado” y que “hoy es común hablar de estrategia en ámbitos políticos, empresariales, de mercadeo, etcétera”.
Se da esta popularización y uso por parte de personas comunes no dedicadas al estudio y comprensión de la estrategia con la conflictividad y choque de intereses. En el artículo mencionado se lee: “La estrategia consiste en utilizar de la mejor manera los medios disponibles con el propósito de alcanzar un objetivo determinado”, pero a mi juicio esta definición es incompleta, pues falta un importante componente, que debería necesariamente incluirse o completarse con la siguiente frase: “a pesar o contra los obstáculos o voluntades que se oponen…”, porque debemos, para entender lo que es la estrategia, convenir que “en un sentido general, la estrategia es la lucha de voluntades para resolver un conflicto”; sea éste político, diplomático, social, económico empresarial, militar o de cualquier naturaleza.
La didáctica diferenciación que hace entre la estrategia y la táctica puede ser completada, para los interesados, con la siguiente precisión: la estrategia es lucha de voluntades y la táctica es la lucha de medios. Ambas son utilizadas en diferentes niveles, para eliminar óbices, obstáculos, factores adversos y presiones dominantes, de voluntades oponentes al logro de los objetivos de la política
Mi deleite por el artículo aumentó con las referencias que hace en la siguiente cita: “Ya en el lejano 1979 difundí las cuatro dimensiones de la estrategia de Michel Howard: operacional, social, tecnológica y logística”, a las que “además se debe agregar las famosas “3Cs”: Comando, Control y Comunicaciones”. Referencias que expresan la preocupación del articulista sobre el empleo del Poder Nacional, estos componentes antes llamados factores, dominios y también expresiones del Poder Nacional, actualmente en la doctrina de la defensa nacional son consideradas como: política, económica, psicosocial, militar y tecnológica y estoy de acuerdo con que “cada una adquiere mayor o menor relevancia según el contexto en que deba aplicársela”; en cuanto a las 3Cs, éstas han sido completadas en nuestra doctrina como C4i (Comando, control, comunicaciones, computadoras e inteligencia).
Imagino que la prolífica producción del distinguido diplomático sobre un tema tan relacionado con la defensa nacional responde a la necesidad de interesar a compatriotas, no solo en las cuatro ramas del arte y ciencia militar, a saber: la Estrategia, la Táctica, la Organización y la Logística, sino a incrementar el bagaje cultural de los ciudadanos bolivianos, tan necesario para una Doctrina Nacional referida a su defensa.
El autor es General de la República.
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