Niños con cáncer, una tragedia sin remedio

No debe ni puede haber un dolor más grande que ver sufrir, llorar, padecer y enfrentar situaciones de angustia a niños, seres que son vida, que a más de ser esperanza, ternura y candor en la existencia del ser humano, por su inocencia, sus sonrisas y risas son muestra de lo que el hombre nunca debería perder por constituir virtudes plenas de amor.

Hay muchos niños con cáncer en Bolivia, y no hay la debida atención que merecen con miras a su curación; no hay capacidad necesaria ni en médicos ni en tecnología para aliviar los dolores que padecen, aún no se ha descubierto el remedio capaz de aliviar el dolor y curar semejante mal que devora todo el organismo. Es innegable que médicos y clínicas que tienen a su cargo la atención a niños que padecen el mal, hacen lo posible por paliar el mal, pero no encuentran los remedios precisos para derrotarlo.

Lo grave de estas situaciones es que en países pobres como el nuestro no existen los medios, la tecnología, la ciencia precisa y las técnicas habidas en países ricos y desarrollados para combatir el mal, si bien ello no es posible del todo ni en los que poseen más medios y posibilidades que abriguen esperanzas de algún alivio definitivo.

Nuestras autoridades de salud creen muchas veces que con la adquisición de algún aparataje o medicamentos para realizar tratamientos, se ha cumplido con todo lo que debería hacerse; y no es así, porque falta mucho para que nuestros niños con cáncer alcancen condiciones apropiadas para esperar, conjuntamente sus familias, que todo lo que se haga sea efectivo, práctico y eficaz siquiera para calmar dolores. Y que esos niños tengan un mínimo de vida alegre en medio de sus dolencias.

El que haya niños con cáncer es, quiérase o no, consecuencia de que el mundo ha destinado miles de millones de dólares para fabricar y perfeccionar armas que permitan matar más; pero poco, muy poco, se destina a investigación en pos de encontrar remedios, al contrario de lo que se hizo en décadas pasadas para librar al ser humano de varias enfermedades, muchas de ellas infecto-contagiosas. ¿De cuánto podrían enorgullecerse los países que sufren el dolor y padecimientos de niños con cáncer? ¿Qué conciencia armamentista hizo algo para aliviar el dolor producido por enfermedad tan maligna?

El gobierno boliviano, pese a las limitaciones financieras que dice tener, no obstante los ingentes recursos recibidos en su cercano pasado y dilapidados sin conciencia alguna, debería destinar presupuestos extraordinarios para especializar más médicos, adquirir tecnología de punta, construir hospitales y capacitar enfermeras y personal auxiliar para que los niños que padecen cáncer reciban no solamente atención sino amor, dedicación y esperanzas de poder superar el mal. Cuanto se haga por nuestra niñez es asegurar un porvenir al país, es demostrar que amamos lo que más satisfacciones da en la vida y que son esperanza y seguridad futuras.