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[Álvaro Zuazo]

Políticamente incorrecto

Yo también estaré el 10 de octubre


Estaré el 10 de octubre en la plaza San Francisco porque exijo el retorno a una verdadera democracia, expropiada hoy por un aparato -como otros desleales que ha conocido la historia nacional- para mantener sus privilegios y seguir dando rienda suelta a su insaciable sed de poder y placeres. No para beneficio de todos sino de una pequeña oligarquía cocalera, cooperativista y sindical que vive a espaldas de la institucionalidad y del resto de los bolivianos.

Estaré el martes en la plaza porque demando el respeto a mi voto emitido el 21 de febrero de 2016, en un referéndum enmarcado en la Constitución y las leyes, promovido desde el propio MAS (por si quedara alguna duda), y en el que la mayoría le dijimos NO al intento de terminar de erigir a un gobierno eterno y teocrático, que no ha hecho más que vivir a sus anchas de las arcas nacionales y ha dividido a los bolivianos entre buenos (los propios) y malos (la mayoría ajena).

Estaré en la plaza porque no creo en dioses de barro ni en sus cohortes, esos que buscan jugar con la Constitución, el Derecho, la Ley, el Voto y la voluntad popular. Porque quien actúa así no respeta las reglas elementales de la democracia.

Porque estoy cansado del nepotismo, el cinismo, la corrupción, la mentira, la falsificación, la persecución, el relato patriótico mientras se ensalza a los enemigos del país, la persecución y el “amarraguatismo” que no hace más que rebajar la dignidad de unos porque quieren y otros porque no saben, o no pueden, decir que no.

Porque no quiero ser ni Cuba ni Venezuela. Donde la democracia es hoy una utopía y lo que prevalece es la violencia en todas las escalas de déspotas que utilizan a las fuerzas de seguridad para ahogar, apalear, apresar e incluso matar por exigir libertad y dignidad, palabras que no constan en los diccionarios de quienes se instalan en la búsqueda del poder sin límites.

Porque no me creo el cuento de la revolución y de que en su nombre todo vale. Porque creo que estas revoluciones son una impostura y una distopía construidas para que el poderoso viva mejor que los oligarcas de otrora a costa del erario nacional, usado como cajero automático sin control real alguno. Mientras las mayorías siguen sumergidas en la pobreza y en un mundo sin futuro. Porque la búsqueda principal es el poder y su hedonismo; no mejorar realmente las condiciones de vida del pueblo, que pasan por acceder a buena salud, buena educación y buena alimentación.

Porque estoy harto de ver el abuso de los bienes del Estado en una campaña electoral permanente, plagada de insultos, afrentas, acusaciones falsas, persecuciones y señalamientos. Porque sé que salir al paso de toda esa monserga se paga caro por la acción, en concomitancia del poder con jueces y fiscales entregados a la persecución política, mientras en el país se campea la delincuencia nacional e importada.

Porque sé que en buena medida esa delincuencia, particularmente la importada, la de mayor calado y la más peligrosa está vinculada al narcotráfico. Y que incrementar los cultivos no hace más que alentarla para seguir con su ambición de enseñorearse en el país teniendo enfrente a una policía humilde, sin la preparación y equipamiento necesarios, por lo que a menudo termina registrando bajas entre sus filas.

Porque sé también que el mandar ad aeternum no es un derecho humano y menos por encima del voto. Porque si lo es, llegaríamos al absurdo de que millones podrían reclamarlo sin ir ni a referendos ni a elecciones. Entre otras cosas porque, si fuera el derecho humano de uno, debería serlo de todos. Y es obvio que esto es un delirio en el plano jurídico y en el práctico.

Finalmente, iré a la plaza para honrar a Hernán Siles Zuazo, cuya fortaleza y resistencia no sólo sirvió para recuperar en 1982 la democracia, sino también para ingresar a la historia como un verdadero y ejemplar patriota. Y porque estoy seguro de que, si hoy viviera, sería el primero en estar allí pronunciando palabras no muy distintas a éstas.

 
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