En Vallegrande y La Paz fueron realizados foros, debates, exposiciones, actos musicales, desfiles y una serie de actividades entre el 5 y el 9 de octubre en conmemoración a los 50 años de la muerte de Ernesto “Che” Guevara, con un costo millonario. Todo esto ocurre porque desaparecido el comandante Chávez, Maduro en eclipse, Lula da Silva descartado y de Correa ni para qué hablar, Evo Morales se piensa el único líder subsistente del Castro-guevarismo en Sud América y pretende ser exaltado internacionalmente a ese nivel.
En Vallegrande ese central objetivo ha importado centenas sino miles de izquierdistas de América, aparte de sus movimientos sociales, a donde también convergieron las Fuerzas Armadas para que en una cruel paradoja rindieran homenaje a los victimarios de sus propios camaradas, en 1967. Es increíble que una Institución de honor se preste obediente a un papel semejante ante los ojos de propios y extraños.
A manera de calentamiento del ambiente y con mucha anticipación, el Gobierno desató una machacona propaganda, presidida por la imagen del personaje foráneo, en todos los canales de televisión, mientras su política educacional destierra cada vez más a nuestros héroes y patricios forjadores de Bolivia, enrostrados con el mote de “coloniales”.
En claro contraste, La Habana conmemoró estos 50 años con un austero acto, en el cual Raúl Castro no hizo escuchar su voz. El servilismo ideológico llega a lo increíble al instaurar la condecoración oficial “Ernesto Che Guevara”, decisión que éste hubiera sido el primero en rechazarla como un rasgo de su personalidad, según quienes lo conocieron. Como no podía ser menos, el redil oficialista en la Cámara de Diputados desestimó un reconocimiento propuesto por la oposición para honrar la memoria de los 59 efectivos bolivianos caídos por la metralla guerrillera. Igualmente la mayoría del MAS rechazó otorgar un minuto de silencio a los muertos de Ñancahuazú, sin distinción de bandos. Amén de las burlas y denuestos mientras se entonaba el Himno Nacional. Así actúan quienes se sirven de Bolivia, pero no le guardan respeto.
Es conocido que como el popular Che colocaba en la sombra a Fidel Castro, éste no tardó en encomendarle arriesgadas misiones en otros continentes y, por último, lo envío a Bolivia para una nueva aventura en un paraje aislado, privándole de cualquier auxilio desde la Isla. El actual Gobierno gasta enormes montos económicos del Erario Nacional junto a energías dignas de mejor suerte, en esta clase de actos y en viajes con finalidades políticas similares, frente a su abandono de los asuntos de Estado, clima propicio donde la corrupción aflora copiosamente.
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