Economía de palabras
En 1967 no hubiera podido ocurrir lo que ocurre ahora, cincuenta años después. El coronel Luis Reque Terán en Camiri o el coronel Joaquín Zenteno Anaya en Vallegrande, no hubieran podido pasarse a las filas del Che Guevara. Y menos el general Alfredo Ovando Candia, comandante de las Fuerzas Armadas, ni el general Juan José Torres. Ni siquiera se le hubiera ocurrido hacer eso al general León Kolle Cueto, comandante de la Fuerza Aérea, hermano del segundo hombre del Partido Comunista.
Si lo hubieran hecho, habrían sido considerados desertores, llevados a un tribunal militar y quizá fusilados. Ellos representaban a Bolivia en una confrontación con una fuerza invasora enviada por una potencia extranjera.
Ahora ocurre, ante el asombro de los bolivianos y de todo el mundo, que el capitán general de las Fuerzas Armadas de Bolivia, el presidente Evo Morales, se declara admirador y seguidor de aquel invasor, desprecia a los combatientes bolivianos y tiene castigado, con detención domiciliaria, al general Gary Prado, que capturó al Che. Pero además hace homenajes al Che, jefe de una banda que mató a medio centenar de soldados bolivianos, a quienes nadie ha rendido homenaje. Ni a los sobrevivientes de aquella contienda, que estaban pidiendo alguna atención o del periodismo o de las autoridades, en vano.
Es probable que el presidente no entienda bien lo que está haciendo y crea que esta es otra payasada, como la afiliación al castristo o al chavismo, la alianza con los terroristas de Irán o la Rusia mafiosa de Vladimir Putin.
Alguien tendría que explicarle la gravedad de lo que está haciendo ahora, antes de que las FFAA despierten de su letargo y digan su palabra, si es que todavía la tuvieran.
Es extraño que el alto mando militar no hubiera cuestionado el juicio seguido al general Prado Salmón, un héroe de aquella contienda. Pero que ahora no digan ni pío acerca de los homenajes al Che Guevara es una gigantesca vergüenza.
Quizá los estatutos, los principios y leyes de las FFAA fueron cambiados en negociaciones secretas, con pagos y recompensas a los firmantes. Pero eso debía haber sido informado a los bolivianos.
Y hay una inquietud: ¿si se diera otra invasión extranjera, las FFAA lucharían contra ella, o desertarían?
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